¿Y después qué?

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Se van de sus países porque en ellos no importan, porque hay niveles de violencia e inseguridad insostenibles en sus entornos, porque no hay empleo y tampoco acceso a la educación o a la salud. Se van porque quieren reunirse con su madre o a su padre, quienes migraron antes. Se van porque su presente apesta, y sin embargo nos siguen asombrando por la fuerza que tienen para enfrentar tantos peligros a lo largo del viaje. Al final, llegan a su destino con no pocas dificultades, solo para que luego los regresen a su país de origen. ¿Y después qué? ¿Adónde y a qué regresan los niños, niñas y adolescentes que regresan?

Podemos usar palabras bonitas como “detección, recepción, retorno o reintegración”, pero el proceso de migrar sigue siendo un calvario para miles de vidas nuevas desde antes de partir, en situación de tránsito y en el país de destino. Más aún cuando son deportados, devueltos o repatriados. “La migración de menores hacia los Estados Unidos debería ser una preocupación inmediata para los gobiernos de países como México, Guatemala, El Salvador y Honduras, ya que en el período comprendido del 2009 a junio del 2016, un total de 264,781 menores migrantes han sido capturados por las autoridades de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos”, según el consultor migratorio Fernando Castro.

Esta suma es alarmante, señala, “y más preocupante la falta de acciones, programas y proyectos de prevención de la migración por parte de instituciones vinculadas con la temática migrante en Guatemala, o regidoras de este tema, considerando a los menores el sector más vulnerable de la migración. Del total de los 264,781 menores migrantes capturados, entre el 2009 a junio 2016, 60,501 menores son guatemaltecos; 52,422 salvadoreños; 43,414 hondureños y 108,444 mexicanos, según estadísticas consultadas de la Patrulla Fronteriza de EE. UU.”, concluye.

Es raro todo esto, porque no sé de otra especie que cuide tan mal a sus crías, sobre todo sabiendo que lo que podría diferenciarnos como humanidad es la conciencia de ser y estar en el mundo junto a millones más. Si tantos niños, niñas o adolescentes tienen que migrar, sobre todo sin adultos que se hagan cargo de ellos, es un muy mal indicador de la salud de un Estado. Pero si no les queda otra que irse de sus territorios, sean estos Guatemala, África o Siria, lo que habría que hacer es asegurarles su protección efectiva e integral a lo largo del proceso migratorio, en cualquiera de sus fases. Por ello me parece un avance lo que ha sucedido alrededor de la construcción del documento (aún en borrador), denominado “Lineamientos regionales de actuación para la protección integral de la niñez y la adolescencia en el contexto de la migración”. Este se ha venido construyendo colaborativamente en sucesivas reuniones, a partir de los aportes de actores regionales importantes, relacionados con la migración centroamericana de niños, niñas y adolescentes. El propósito principal de todo este proceso es “establecer pautas regionales de actuación para la protección integral de la niñez y adolescencia migrante con aplicación de los principios orientadores y las acciones de protección, potenciando los esfuerzos nacionales de los Países Miembros de la Conferencia Regional sobre Migración y sus instituciones”.

Esto quiere decir que los países centroamericanos más República Dominicana, México, Canadá y Estados Unidos, tendrán que comprometerse, en un esfuerzo de largo aliento, a trabajar de manera conjunta y coordinada, a generar las respuestas, los mecanismos y la institucionalidad necesarias para responder a este desafío. En este momento en que se discute el Código Migratorio en el Congreso de Guatemala sin que muchos lo entiendan, nace decir un “ojalá”, porque buena parte de la niñez y adolescencia de esta región (y del mundo) merece entrar a la vida de otra manera. Mientras eso llega, que nos convoque la idea de proteger, acoger y cuidar, más que la de abandonar, expulsar y excluir.

Publicado por www.prensalibre.com el 18 de Agosto 2016 por Carolina Escobar Sarti.
http://www.prensalibre.com/opinion/opinion/y-despues-que

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