Ahora paguen ustedes, pareciera decir, por bocones.
La propuesta de Reforma Fiscal es el regalo del nuevo gobierno a quienes se concentraron espontáneamente en la Plaza Central hace más de un año para repudiar a la mafia patriota que nos estuvo asaltando. Los manifestantes actuaron en orden, sin ensuciar ni impedir el tránsito de los demás ciudadanos, y eso no lo perdona el sistema. Aquí la costumbre es que el malo comete la fechoría y paga el probo. Los guatemaltecos que entusiasmados de patriotismo creyeron haber ganado se equivocaron, porque meter a mandatarios en la prisión no resolvió el problema ni acabó con la enfermedad.
El presidente Morales ganó las elecciones, porque la población rechazó a los políticos que parecían pura palabrería. En campaña prometió que no iba a subir los impuestos, que bastaba con cero corrupción para tener fondos, y lo confirmó cayéndole a unos cuantos, aunque es muy bien sabido que una golondrina no hace verano. El Presidente ofreció eficiencia en la recaudación, para dignificar a quienes sí han pagado y visto volar sus contribuciones a bolsillos de particulares, a la clase media, a profesionales luchadores, al consumidor en general que paga un IVA que no siempre llega a su destino. Pero el considerado outsider prefirió pasarse al lado de quienes ofrecen y no cumplen, ser un político tradicional, y ahora pretende cobrar más impuestos a quienes reunidos en la plaza detuvieron el asalto de los patriotas. Ahora paguen ustedes, pareciera decir, por bocones.
Ofrecer una cosa y hacer otra es una mala costumbre nacional. Los políticos, salvo excepciones que se cuentan con los dedos, se comportan como machos que embaucan a niñas indefensas pidiendo la prueba de amor, y que luego abandonan preñadas. La muchedumbre le creyó a Morales, pero ahora resulta que la corrupción es imbatible, que alguien tiene que pagar más, y pretende subirle el precio al combustible (sin aumentar el precio del transporte), al cemento (sin alterar la construcción de vivienda), y acosando a los inversionistas extranjeros para espantarlos, con la finalidad de tener bien asegurados en el corral a los manifestantes de la plaza e imponerse.
Guatemala prosperará si cambia la actitud del Gobierno, si empezamos por cumplir. El marchista Barrondo nos dio alegría en las Olimpíadas cuando no tuvo apoyo de nadie, pero ahora la está pasando muy mal porque con los mejores zapatos del mundo ya no dio la talla. Lo único que tiene que hacer el Gobierno es cumpliendo hacer cumplir a todos.
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