El pasado lunes, la Junta Directiva del Congreso solicitó al diputado de San Marcos, electo por Lista Nacional, Juan Manuel Giordano, que renunciara a su curul y, además, emitió un voto de censura en su contra, porque avergüenza al resto de parlamentarios.
Giordano fue reelecto como diputado por el partido Lider y durante la actual Legislatura se trasladó al partido Frente de Convergencia Nacional (oficialista), lo que lo estigmatiza como “tránsfuga”, al igual que otros 80 congresistas.
El irónico voto de censura se debió a la filtración de un mensaje de texto en el que Giordano pide apoyo a otros diputados oficialistas para “poner de rodillas” al gobernador de San Marcos.
Giordano, durante la audiencia pública ante la Junta Directiva del Congreso, expresó: “Mañana, antes que inicie la sesión plenaria quiero tener la palabra para ofrecer mis más sinceras disculpas al Congreso por los incidentes de los últimos días; me comprometo a cambiar mi actitud porque soy un dignatario de la nación y por lo mismo me tengo que comportar en lo público y privado. Además, pido un permiso de 15 días sin goce de sueldo para encontrar el camino como diputado y reencauzarme otra vez para aportar a ese organismo como lo demanda la nación” (diario La Hora).
El ex-Viceministro de Finanzas Públicas durante el régimen delincuencial de Álvaro Colom (2008-12) y actual diputado de la UNE, Carlos Barreda (Primer Secretario del Congreso), recordó a Giordano sus errores en su corta carrera política, entre ellos el transfuguismo, y le solicitó que renunciara a su curul en el Congreso, porque su conducta puso en vergüenza al resto de diputados. ¡Increíble, pero cierto!
En escasos tres meses de haber iniciado la Octava Legislatura, esta se ha convertido en una de las peores de la historia nacional. De todo ha pasado en un trimestre: Plazas fantasmas, el gravoso pacto colectivo de condiciones de trabajo, contratación de asesores nuevos con remuneraciones altísimas e injustificadas, transfuguismo como nunca antes, diputados electos sin haber tomado posesión por falta de idoneidad, antejuicios a granel, cancelación de adjudicaciones de diputaciones, aprobación de leyes de pésima calidad, viajes, viáticos, vehículos, gasolina, guardaespaldas, comida, abusos, etcétera. “Cosas gruesas, pero gruesas”, como diría el flamante presidente del Congreso, Mario Taracena. Por tanto, el caso Giordano es apenas un incidente. De plano, una cortina de humo que busca tapar el sol con un dedo.
Por consiguiente, la censura ciudadana no solamente es para uno o algunos diputados, sino que para todos. Inequívocamente, el clamor por la depuración del Congreso sigue creciendo.
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