¿Y los ciudadanos?

 
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Da un poco de esperanza ver que no se han detenido las acciones que tienen como propósito recuperar la gobernabilidad del Estado. Una de las cosas más relevantes que ha ocurrido es que se ha cuestionado fuertemente el papel que desempeñó la ciudadanía movilizada en el proceso de depuración emprendido por el MP y la CICIG. ¿Fuimos “tontos útiles”, instrumentales para el proceso de limpieza y reordenamiento de la casa que requerían algunos actores de poder, e indispensable para no comprometer más la seguridad de nuestro vecino del Norte, o adquirimos —los movilizados— un poquito de mayor conciencia de que unidos para un solo propósito, podemos tener un peso específico en el rumbo del Estado? Me parece fundamental que las distintas organizaciones sociales, así como los individuos que participamos en los procesos de movilización ciudadana hagamos rápido nuestra reflexión al respecto, pues de ello dependerá el papel que asumamos en esta nueva etapa, donde los actores institucionales —en particular el Congreso de la República en este momento—, se colocan como piedras angulares del proceso de reordenamiento y depuración del Estado. Fácilmente, con el ritmo intenso que llevan los acontecimientos, la ciudadanía se puede quedar de nuevo al margen de las grandes decisiones que se avecinan.

¿Cuál es nuestro papel en este nuevo momento de nuestra democracia tutelada? ¿Nos quedamos en la Plaza, o nos organizaremos para jugar un papel central en la configuración de los cambios y nuevos acuerdos políticos de largo plazo? ¿Dónde quedó la reivindicación de que se apruebe nuestra agenda de reformas, basada en 4 leyes fundamentales y encabezada por la LEPP? Me preocupa, por ejemplo, que el ímpetu y sagacidad de Mario Taracena, a quien aplaudo por las acciones tomadas en las últimas semanas, se traduzca en la aprobación de la LEPP que está en salmuera en la CC, que no refleja necesariamente todos los cambios profundos que queremos ver los ciudadanos en la práctica política.

El año pasado se argumentaba que la coyuntura política “no daba” para exigir cambios más de fondo a la LEPP; que se agotaban los tiempos. Ya vimos que eso no era cierto. Si bien los cacos siguen defendiendo su territorio y se reinstalan en espacios claves de la nueva administración, a mi criterio, el escenario general del país sigue siendo propicio para transformaciones que den sostenibilidad a los procesos de depuración del Estado y para movernos hacia formas de gobernabilidad más democráticas, posibles inclusive en el contexto de una democracia tutelada como la que tenemos.

Por eso es tan importante redefinir la acción ciudadana en esta etapa: ¿Qué haremos ahora? ¿Quedarnos en silencio y que el Congreso pase una reforma parcial, o exigirle cambios más profundos que verdaderamente oxigenen el sistema político? ¿Qué pasó con la Usac y su liderazgo en ese proceso? ¿En qué quedó la presión social sobre los contenidos de la LEPP, la nueva ley de servicio civil y las leyes de seguridad y justicia? ¿Cómo vamos a monitorear los resultados de las modificaciones a la Ley de Compras y Contrataciones? ¿Está en el radar ciudadano la elección de la nueva Corte de Constitucionalidad? ¿O solo son las organizaciones especializadas las que están velando por este proceso?

Si el nuevo escenario ya no se centrará tanto en nuestra presencia masiva en la Plaza, como en nuestra capacidad para organizarnos y avanzar con la interlocución y la presión articulada entre instancias ciudadanas sobre los actores institucionales, en particular el Congreso y la CC, ¿cómo vamos con esa tarea fundamental de organizarnos?

 
Publicado el 03 de febrero de 2016 en www.prensalibre.com por Karin Slowing
http://www.prensalibre.com/opinion/y-los-ciudadanos

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