2016 con sabor a 2015

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Rara vez los ciclos históricos y políticos de una sociedad coinciden con el año calendario. Que yo sepa, solo en Cuba y Brasil, el 1 de enero tiene una connotación histórica y política que va más allá de celebrar que el planeta Tierra culminó otra vuelta alrededor del Sol, hecho al cual los seres humanos hemos dado una connotación especial como marcador de nuestro paso por el planeta. Yo sigo con la percepción de que el 2015 no se ha acabado. Que se nos ha exacerbado la falta de sincronía con el calendario. Aunque este nos dice que ya es el 2016, lo que veremos seguramente es una continuidad de los procesos que salieron a la superficie el año pasado que harán difícil distinguir un año del otro, tanto en sus aspectos negativos como positivos. Ni siquiera la entrada del nuevo gobierno, dentro de ocho días, me hace anticipar que habrá alguna novedad de fondo. El efecto de continuidad y reafirmación del statu quo que ha establecido el gobierno de Maldonado Aguirre, transitará al de Morales con muy pocos contratiempos. El vicepresidente Biden sellará personalmente dicho proceso; su presencia disipará toda duda sobre el nivel de apoyo que tendrá la administración, por lo menos en su arranque.

Ojalá me equivoque, pero no puedo evitar imaginar que más que un presidente en directo ejercicio, llevando la batuta del acontecer, el señor Morales tendrá un papel más protagónico como imagen pública del gobierno, el rostro y voz para las audiencias masivas, mientras alguien más se hace cargo de gobernar el día a día. ¿Quién sería ese “alguien”; ese “primer ministro de facto” en esta administración? Es una incógnita todavía, siendo que tampoco veo —al menos en estos momentos— al vicepresidente electo haciéndose cargo de esa función como sí ocurrió por ejemplo, con Eduardo Stein en el gobierno de Berger. Supongo yo, que con el reposicionamiento que ha tenido el sector privado tradicional a raíz de los acontecimientos del 2015, intentarán que no sea alguien fuera de su control, asuma dicha tarea, especialmente porque está claro que la agenda estratégica de la próxima administración será la económica. Las decisiones tomadas estas últimas semanas por el presidente Maldonado, en materia de salario mínimo y salario mínimo diferenciado, son otro indicio de ello, aminorándole de paso, el costo político a Morales de tener que decretarlas recién arrancado su gobierno y con ello, evitarle perder tan rápido su rating actual.

Finalmente, con excepción de algunas acciones tomadas en un par de carteras, la institucionalización de medidas contra la corrupción en el sector público quedó a la deriva estos meses. En este campo, Maldonado no le dejará trazado el camino a Morales; y si él no hace algo al respecto, se deslegitimará más rápidamente pues fue su carta de venta al público. El trabajo de la Cicig y el MP no es suficiente; requiere una acción enérgica del Ejecutivo. Mantengan también su atención puesta en esas “nuevas” bancadas —escisión de Líder y patrioteros—, que solo son un nuevo andamiaje para el mismo juego sucio en el Congreso. Capaz que resultan siendo bancadas oficialistas.

Queda ver cómo nos posicionaremos nosotros, la ciudadanía, frente a estas jugadas. La agenda anticorrupción nos llevó a la Plaza, pero no fue suficiente para que se aplicaran los cambios de fondo que exigimos para el país: reforma política, del sistema de justicia, del aparato estatal y su financiamiento; requerimos, sobre todo, un overhaul a la economía para que permita ganarnos la vida en Guatemala, sin que nadie tenga que irse del país porque no logra ganar ni lo suficiente para comer.

Publicado el 06 de enero de 2016 en www.prensalibre.com por Karin Slowing
http://www.prensalibre.com/opinion/2016-con-sabor-a-2015

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