ALFRED KALTSCHMITT
Suenen los chinchines y recen los santos. Quemen inciensos y hagan penitencias para que los Padres de la Patria no terminen de asfixiar las pocas salidas que aún le quedan al pueblo, para medio enderezar el rumbo perdido de este barco llamado Guatemala.
El pueblo les dio una simple dirección: aprueben las leyes que son trascendentes y de alto impacto para la Nación en las pocas semanas que les quedan: Ley Electoral y de Partidos Políticos, Ley de Servicio Civil, Ley Orgánica del Organismo Legislativo, Ley de Compras y Contrataciones, y lo que han hecho es deambular como sonámbulos inventando excusas y abriendo, de la caja de Pandora, la iniciativa 4084, más conocida como Ley de Desarrollo Rural, una controvertida ley exhaustivamente analizada y considerada peligrosa porque viola varias normativas constitucionales, además de contener una serie de contradicciones ampliamente señaladas con anterioridad.
Sin embargo, haciendo caso omiso de las prioridades que demanda atender la coyuntura política que vivimos, la bancada de la UNE, para congraciarse con los movimientos contestatarios campesinos —con la anuencia y el apoyo de la bancada Patriota y demás grupos satélites—, pretenden que se apruebe. Pero ahí no acaba el asunto. También pretenden introducir en la agenda de los próximos días una iniciativa sobre la Comisión de Búsqueda de Personas y Desaparición Forzada. Otra iniciativa de ley con un bolsón de huestes demoniacas a tuto, cuyo único fin es despertar los demonios de la venganza para iniciar de nuevo, 30 años después de firmada la paz, la persecución contra el Ejército.
Digan los agoreros si esta notable discrepancia entre lo que demanda el pueblo y lo que estos diputados pretenden hacer en los próximos días tiene algún sentido, más que el evidente descaro de comunicar con mucha claridad que “les viene del norte”, les importa un comino, les vale madre todo lo que suene a demanda del pueblo y beneficio común.
Durante la última semana, Sandra Torres ha estado cortejando a la iniciativa privada con sendas presentaciones, conteniendo todo un glosario de buenas y dizque coincidentes intenciones. Mientras ejecuta el coqueteo, se ha cuidado de no mencionar los descarados malabarismos legislativos de su bancada. ¿A cuál de las dos Sandras creemos? ¿La que describe con tanta precisión y detalle Fuentes Knight en su libro Rendición de Cuentas? ¿O a esta otra, que adapta el discurso a la agenda del día con la facilidad del camaleón?
Los candidatos deben respetar su discurso. Tienen una ideología y un contenido. Se entiende si no lo pueden llevar a cabo, pero por lo menos lo intentaron. Cosa distinta es lanzar una tarimada de promesas envuelta en lindos discursos, para eventualmente hacerlos a un lado como si nunca hubiesen sido pronunciados. Ese mercadeo politiquero, de cara a los desafíos que estamos enfrentando, es inaceptable. Tenemos problemas que no se pueden obviar. La chamarra ya no da. No se puede prometer un puente, aunque no tengamos río. Porque es en el Congreso en donde se gesta realmente la ruta política que genera gobernabilidad y desarrollo.
Este Congreso tiene la oportunidad histórica de establecer una agenda de cierre reinvindicativo, que traspase las fronteras del politiquerismo y se adentre en la política del bien común.
En menos de 80 y pico días se acaba esta administración. El mejor legado que pueden darle a su patria es un marco estable de gobernabilidad, con las leyes esenciales en vigencia.
Dios mediante así sea.
Publicado el 02 de octubre de 2015 en www.prensalibre.com http://www.prensalibre.com/opinion/desarrollo-rural-y-politiqueria
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