¿Por qué no funcionan los programas sociales?

Todos los gobiernos que hemos tenido en los últimos años han tratado de incrementar los programas sociales consistentes en regalar cosas o comida a los supuestamente más pobres, desde fertilizantes, láminas, pasando por salud y educación totalmente gratuitos, comedores solidarios, bolsas solidarias y bolsas seguras. Todos estos programas siguen vigentes, pero no han ayudado a mejorar el nivel de vida de los pobres, ni aquí ni en Brasil, ni en el resto del mundo. Lo que en verdad ha servido para que los pobres mejoren ha sido la libertad y el crecimiento económico.

¿Por qué no han funcionado estos programas para mejorar el nivel de vida de los más pobres? Porque estos programas son muy costosos y reducen el verdadero crecimiento económico del país disminuyendo a la vez las nuevas y mejores oportunidades para que los más pobres tengan la esperanza de mejorar su nivel de vida.

Los programas sociales son una simple transferencia de riqueza de unos hacia otros. Lo usual es quitarle a los que tienen cierta riqueza que son los que la están creando, los que son más productivos y, por ende, están también generando mayores oportunidades para estos pobres a los que se pretende ayudar con los programas sociales. Al quitarle a estos creadores de riqueza, disminuimos su capacidad para seguir reinvirtiendo y generando más riqueza. Así, reducimos el crecimiento económico del país.

Estas personas no tienen problema en que se les quite algo de lo que producen, el problema lo tienen aquellos pobres que necesitan con urgencia más y mejores oportunidades. Pues bien, de entradita afecta la creación de estas nuevas oportunidades y de la generación de mayor valor en la sociedad. Pero aquí no acaba todo. Aquí es donde comienza.

Esta riqueza es recaudada por la gente del gobierno y luego la debe administrar, dirigiéndola a los programas y entidades creadas para su distribución. Este proceso consume estos recursos en tal proporción que algunos afirman que la mayor parte de lo recaudado se pierde en burocracia, en administración de esos fondos, en distribución y en corrupción.

Así, luego de identificar a los supuestamente más pobres del país, se les “regala” comida, lámina, fertilizantes, etc… Y digo supuestos porque estos programas están llenos de desvíos, donde gente que realmente podría servirles no lo reciben y otros que no lo necesitan los reciben.

Incluso, se utilizan recursos para la distribución del programa que no deben destinarse a ese fin como se hizo en el gobierno pasado cuando se utilizó al Ejército para repartir bolsas solidarias. ¿Cuánto de lo recaudado le llega finalmente al más pobre? Pero todavía falta lo peor. Si bien hasta aquí solo mencioné la injusticia, ineficiencia y corrupción de estos programas, lo peor viene ahora, la dependencia que crea una ayuda de esta naturaleza. Quien recibe una transferencia tiende a condicionar su vida, de modo tal que pueda seguir recibiéndola.

En Estados Unidos, Geroge Gilder escribió un libro llamado Riqueza y pobreza, en el que explica este proceso con las madres solteras, entre otros ejemplos. El peligro moral (Moral hazard), como él le llama, consiste precisamente en ese conformismo del ser humano en condicionar su vida hacia una ayuda. “Me conviene seguir siendo madre soltera y sin trabajo para poder seguir recibiendo la ayuda estatal”.

Es triste ver a los más pobres en una sociedad, pero más triste es verlos sin esperanza de una vida mejor, de tener más oportunidades y de superarse por sí mismos. Es más tiste aún verlos denigrarse cuando se vuelven dependientes de una ayuda social para tan solo malvivir sin trabajar y perpetuando su miseria.

Publicado el 01 de octubre de 2015 en www.s21.com.gt por Ramón Parellada
http://www.s21.com.gt/hacia-libertad/2015/10/01/que-no-funcionan-programas-sociales

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