Resulta siempre que el bien más caro es aquel que no se tiene al alcance. A propósito de la corrupción, esta expande sus ramificaciones, cual pulpo, y siempre hay alguien a quien le reclaman la factura.
Difícil resulta cuantificar el daño causado por el alimento que no llegó a una familia en crisis por efectos del cambio climático o los útiles escolares que no se adquirieron para ayudar a un niño a ir a la escuela porque los fondos fueron absorbidos por alguno de los tentáculos del pulpo de la corrupción.