Trámite de antejuicio es logro del clamor y despertar ciudadano

Las circunstancias que se viven en el país no son producto de la casualidad ni de la repentina purificación de la clase política. No, estos momentos vienen precedidos de un largo período de desesperación y ­desilusión ciudadana, del hartazgo de la corrupción e impunidad, y de la manera tan cínica e inescrupulosa con que las mafias y los partidos han tomado al Estado.

Ese despertar ciudadano, reflejado en multitudinarias y continuas manifestaciones, ha puesto por lo menos en alerta a la dirigencia política, la que prefiere sacrificar algunas piezas, en vez de exponerse a una presión mayor que fuerce una depuración total que se los pase llevando.

Lo cierto es que lo ocurrido en las últimas semanas, cuando renunció Roxana Baldetti a la vicepresidencia de la República, y prácticamente el círculo cercano de los gobernantes (secretarios privados, ministros y consejeros), es producto de manifestaciones democráticas y causas judiciales que han respetado el debido proceso, los cuales nos muestran ante el mundo como una sociedad madura, que ha aprendido a defender sus derechos y a exigir justicia y castigo para quienes no solo se roban los impuestos sino que, también, la esperanza y confianza de la ciudadanía.

Si bien es meritorio la resolución, por unanimidad, de los 13 magistrados de la Corte Suprema de Justicia, quienes según la resolución, vieron viable investigar al presidente Otto Pérez Molina por supuestos actos de corrupción, dada la cercanía con los grupos acusados de defraudar al Estado (casos La Línea e IGSS), igualmente, es cierto que actuaron movidos por la presión ciudadana e internacional, y no necesariamente por un acto de convicción.

El proceso de antejuicio y eventual levantamiento de la inmunidad le permitirá al mandatario enfrentar y esclarecer las dudas sobre corrupción que pesan en su contra, y el sistema mismo se dará la oportunidad de demostrar que funciona, aunque sea a golpe de caminatas e intervención extranjera y, en particular, de EE. UU.

Ahora es necesario esperar la reacción de los diputados, quienes tienen en sus manos este juicio político contra Pérez Molina, el cual, dicho sea de paso, puede terminar con la renuncia de quien ofreció mano dura contra la corrupción, pero que en la práctica fue muy sumiso para advertir y detener los abusos que se cometieron al amparo de sus selecciones
y nombramientos.