¿Aquí no pasa nada?

Ya no se vale decir que en Guatemala no pasa nada, porque ya empezó a pasar. Y de nosotros dependerá en buena parte que siga pasando. Tanto en el territorio de lo simbólico como en el de la realidad, han sucedido cosas que han cambiado nuestros ritmos, nuestra forma de concebirnos como ciudadanía y las formas de relacionarnos. Hemos visto derrumbarse nuestro propio muro de Berlín.

Hemos recibido sendos baños de democracia bajo la lluvia en algunas de las manifestaciones, hemos ocupado las calles de manera plural y diversa como pocas veces en nuestra historia, se ha empezado a articular una juventud con ideología pero en su mayoría no ideologizada al estilo de la Guerra Fría. Estamos en el tiempo de resignificar no solo nuestras prácticas, sino nuestras palabras, nuestros lenguajes. Y en este contexto me atrevo a recordar a Camus, quien se adelantó a su tiempo, al rebelarse tanto contra los fascismos como contra los totalitarismos al estilo del soviético.

Se pregunta Camus: ¿Qué es un hombre rebelde? Alguien que dice no. Pero si se niega, no renuncia: es además alguien que dice sí desde su primer movimiento. Un esclavo que ha recibido órdenes durante toda su vida, juzga de pronto inaceptable una nueva orden. ¿Cuál es el contenido de ese “no”? Es que las cosas han llegado demasiado lejos, al punto de ser intolerables. Ese “no” afirma la existencia de una frontera. La persona rebelde (es decir, la que se vuelve o revuelve contra algo) da media vuelta y enfrenta lo que la ha oprimido. Ese movimiento se apoya al mismo tiempo en el rechazo de una intrusión considerada intolerable y en la certidumbre confusa de un buen derecho.

Algunas variables se reunieron y prendió la chispa. Habrá que aprovecharla y mantenerla encendida para no ser, como decían las abuelas, llamarada de tusa. Nos estamos moviendo y diversos grupos sostenemos las siguientes demandas ciudadanas de manera firme: insistimos en la renuncia de Otto Pérez Molina por su responsabilidad política y administrativa en el nombramiento de los funcionarios vinculados a estructuras corruptas. De manera simbólica, su renuncia sentaría un precedente importante para fortalecer el músculo social y nutrir la autoestima ciudadana.

Por otra parte, rechazamos los resultados de las mesas de trabajo que el Congreso de la República instaló para proponer reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Ni tienen la legitimidad, ni la credibilidad, ni la celeridad para impulsar una reforma de este tamaño, además de que ya comenzamos a ver propuestas insuficientes y cosméticas. Por ello respaldamos la iniciativa que presentará el Tribunal Supremo Electoral con las recomendaciones hechas por los integrantes de la sociedad civil por medio de la Plataforma Nacional para la Reforma del Estado. No será la mejor, pero sí promueve cambios de fondo.

Hay quienes todavía quieren que pasen cositas para que no pase nada, pero somos muchos más los que damos la media vuelta y creemos que este es nuestro momento, esta nuestra historia, que aquí sí pasan cosas y seguirán pasando. La próxima es reunirnos el sábado en la plaza central.

Publicado el 11 de junio de 2015 en www.prensalibre.com por Carolina Escobar Sarti 
http://www.prensalibre.com/opinion/aqui-no-pasa-nada

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