“Game over”

El Presidente no puede abanderar el cambio.
Dice el presidente Otto Pérez Molina que entendió el mensaje de la ciudadanía. Ajá.


Y como prueba de su iluminado discernimiento, propone una reestructuración de la SAT, a cargo de personajes notables.

Creo que el Presidente necesita que para la próxima manifestación le llevemos un pizarrón del tamaño del volcán de Fuego para transmitirle, otra vez y con dibujitos, el mensaje que le gritaron 30 mil gargantas el 25 de abril y que desde entonces, él ha escuchado por donde se acerque, adornado con chiflidos.

El mensaje tiene tres sílabas –RE-NUN-CIA– pero el mandatario se resiste a escucharlas.

La sociedad lo que le ha pedido a Otto Pérez Molina es que el Ejecutivo enfrente las consecuencias que supone haber cobijado en la Secretaría Privada de la Vicepresidencia a Juan Carlos Monzón, acusado de dirigir una red de defraudación aduanera que le robó al Estado un mínimo de Q4 mil millones.

Asumir esa responsabilidad significa poner a disposición el cargo, tal y como ellos le exigieron al diputado Eduardo Meyer, cuando estalló el escándalo de MDF, mediante el cual el Congreso perdió en malos negocios financieros Q80 millones, no Q4 mil millones.

El presidente Pérez Molina debe comprender que después de la acusación formulada por la Fiscalía y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, después de escuchar los audios de las escuchas telefónicas presentados en la audiencia de primera declaración de ese caso, tanto él como la vicepresidenta Roxana Baldetti han perdido legitimidad para tan siquiera levantar el tema de la administración tributaria, menos para proponer una reforma.

El mandatario puede llamar al experto que quiera, que no hay zafe: cualquier gestión que él haga en este tema desde su despacho no tiene la menor credibilidad. Después de lo ocurrido, con todo respeto, lo que él puede pedir es si quiere su tostada con queso o con mantequilla en su casa… Si es que ahí lo reciben.

Un asunto tan serio como la refundación de la SAT, ya está más allá de sus manos. De hecho, el Presidente hace meses dijo que el asunto lo sobrepasaba cuando intentó tercerizar con una firma extranjera la recaudación de impuestos (qué bonito ese contrato, ya me imagino…).
Si Otto Pérez Molina no podía entonces con la SAT, por su propia admisión, menos ahora.

El exministro de Finanzas Juan Alberto Fuentes Knight le dio una señora respuesta como la que hubiéramos esperado de los profesionales más capaces y dignos del país. Luego de la debacle que la dupla patriota precipitó en la SAT, ahora no pueden pretender que les ayuden a barrer los pedazos bajo la alfombrilla naranja.

Se acabó señor Presidente. GAME OVER. El control de la videoconsola ya no responde: le quitamos las baterías.

Desde luego, la SAT no sirve, eso nos queda claro, y no sé si hay que perder tiempo en cambiarla o mejor se le sustituye desde los cimientos.

Sabemos que el tema de fondo aquí no es de relevo de personas: es de modificación total de un sistema y sus regulaciones.

Claro está que para llegar a eso sí se requieren relevos en el camino y la Presidencia debería asumirlos tan siquiera para mostrar que existe la voluntad, no de Otto Pérez Molina o Roxana Baldetti en lo personal, no les pedimos eso, pero del sistema político en forma simbólica, de recuperar la decencia en la gestión pública.

Sin ese gesto mínimo, la ciudadanía no puede tener ni una brizna de confianza.

Lo siento, Presidente. Usted sabe qué le demanda la población y el verbo clave no es poner sino quitar.

Publicado el 04 de mayo de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Dina Fernández
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150504/opinion/12005/%E2%80%9CGame-over%E2%80%9D.htm

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