¡Alto a las extorsiones!

Muchos dueños de viviendas y negocios medianos y pequeños (farmacias, tiendas, librerías, talleres, panaderías, gasolineras, etcétera) en diferentes zonas de la Capital y en muchas áreas urbanas en el interior del país, están abandonándolos debido a las graves extorsiones que les hacen mareros y pandilleros, incluso desde las mismas cárceles.

Las extorsiones se traducen en presiones, mediante amenazas violentas sobre las víctimas, para que estas paguen ciertas sumas de dinero en forma mensual, a cambio de no ser agredidas.

Generalmente, los delincuentes ejecutan sus amenazas cuando las víctimas no ceden ante sus requerimientos. Los ataques contra la vida, integridad física y bienes de los extorsionados no se dejan esperar. Abundan los casos de salvajes asesinatos, violaciones, lesiones y robos que ilustran hasta dónde llegan estos criminales cuando los amenazados no les entregan las sumas dinerarias que les son exigidas. El dinero pedido varía de acuerdo a los recursos o patrimonios aparentes con los que cuentan los extorsionados. Los requerimientos de dinero aumentan cada cierto tiempo al punto que para muchos se vuelven materialmente impagables.

Ha trascendido que en la cadena criminal están involucrados policías, con los cuales los mareros y pandilleros comparten el producto de las extorsiones. Esto impide que la fuerza pública reprima a los delincuentes con la contundencia debida. Los “agentes del orden” se limitan a capturar a algunos “mal puestos” sin pruebas que los incriminen, lo que obliga a las autoridades judiciales a liberarlos casi inmediatamente. En fin, la puerta giratoria de la justicia que todos los días la desacredita y le resta credibilidad.

Esta contaminación macabra de la fuerza pública está causando estragos en todo el sistema de seguridad y justicia, al extremo que muchos han optado por defenderse por sí mismos de la agresión de la delincuencia.

Pero volvamos a los efectos perniciosos del abandono de viviendas y negocios a causa de las extorsiones de los mareros y pandilleros. Los perjuicios sobre la economía son incalculables y devastadores, ya que la gente pierde sus propiedades y posesiones, y se ve obligada a comenzar de nuevo en otro lugar, con los costos que eso conlleva, y bajo la inocente asunción de que no va a ser de nuevo extorsionada por otros delincuentes. ¡Urge ponerle un alto a este flagelo!

Publicado el 25 de marzo de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Editorial El Periódico
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150325/opinion/10393/%C2%A1Alto-a-las-extorsiones!.htm 

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