El triángulo sin Norte

Gobiernos y líderes ineficientes atrapados en redes de corrupción.
Los tres encuentros en tiempo récord entre el vicepresidente de Estados Unidos y los presidentes de Guatemala, Honduras y El Salvador no son signo del mejor estado de relaciones diplomáticas, como aparentan transmitir las sonrisas de los mandatarios del Istmo cuando se celebran los mismos, anuncian más bien una renovada etapa de tutelaje de la zona del patio trasero que acumula más riegos y amenazas para la seguridad de la gran potencia.


Más claro no canta un gallo, en la defensa de la Alianza para la Prosperidad el secretario de Estado, John Kerry, ha señalado que la misma “está en nuestro interés de seguridad”, mientras que el influyente senador Patrick Leahy advierte que los tres países “han sido dominados por oligarquías corruptas y el crimen organizado”. Son estas las justificaciones y argumentos que salen a colación en los debates para conseguir su aprobación. Anuncia para bien y/o para mal, que de ahora en adelante tiene que haber una hoja de ruta compartida que en la práctica reduce la autonomía de los gobiernos del triángulo norte para hacer lo que les venga en gana.

El cansancio no solo viene de fuera, a lo interno de los tres países hay desesperanza y frustración provocadas por la sucesión de gobiernos y líderes ineficientes atrapados en redes de corrupción que hicieron de la política criolla, el motor de enriquecimiento para una nueva casta privilegiada, trayendo al traste con los proyectos de democratización y de paz de los años ochenta y noventa, respectivamente. A la capa oligárquica señalada por los funcionarios de la Casa Blanca se sumó otra capa que entró a disputar las despensas surtidas por el Estado, dejando solo migajas del pastel al resto de la sociedad.

Como resultado de ello, en el triángulo sin Norte se concentran los índices más bajos de desarrollo humano de toda América Latina, los mayores niveles de violencia social y homicidios del mundo. En consecuencia en esta zona donde habita el 70 por ciento de la población de todo el Istmo, apenas se recibe el 15 por ciento de la inversión extranjera regional, configurando en la práctica dos bloques, pues en el sur de la región Nicaragua, Costa Rica y Panamá donde apenas habita el 30 por ciento de la población, se recibe el restante 85 por ciento de la inversión extranjera y la tasa de homicidios no pasa del 12 por ciento, misma que se cuadriplica en el triángulo sin Norte, es decir, dos Centroaméricas, la sin norte y la del sur que resulta más atractiva para invertir.

El único norte que queda para una gran masa empobrecida es la migración masiva al gigante del norte que, por cierto, fue la que terminó por provocar la reacción del Gobierno norteamericano al verse invadidos de miles de niños migrantes que a su corta edad se ven forzados a huir de un futuro que horroriza a cualquiera, al punto de arriesgar la vida para evitarlo.

En los debates washingtonianos ya se habla de una CICIG ampliada a los tres países, mientras en Guatemala el presidente Pérez amenaza con desterrarla; no hay mejor caso para ejemplificar el divorcio existente entre los intereses que defiende este gobierno y los que persigue la capital de EE. UU. Sin duda, los márgenes de autonomía para defender lo indefendible se están acabando y pronto veremos temas de agenda renegados en el pasado reciente por los gobiernos del triángulo sin Norte, ser defendidos como propios.

La gran interrogante que surge bajo este nuevo escenario es si el famoso plan de la prosperidad encontrará tierra fértil en este campo minado de intereses mafiosos enquistados en el poder, pues el US$1 millardo es solo el capital semilla para desarrollar la agenda de dicho plan, que requiere de una contrapartida nacional de hasta 13 veces ese monto provenientes de recursos propios como lo fue la ecuación del plan Colombia.

Las elites nacionales y los gobiernos de los países del triángulo sin Norte tienen ante sí un caso escenario ya experimentado en Colombia. O se disciplinan para ser parte de una iniciativa semejante; o construyen una alternativa propia que ofrezca resultados más inmediatos y contundentes para revertir el drama humano que está provocando el desgobierno en que nos encontramos, pero lo único que queda claro es que seguir la historia contemporánea que se asemeja más a una balada de la banda grupera mexicana que lleva el mismo apelativo de los tres países, ya no es opción.

Publicado el o3 de marzo de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Manfredo Marroquín
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150303/opinion/9349/El-tri%C3%A1ngulo-sin-Norte.htm

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