La autonomía de los políticos

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PHILLIP CHICOLA

Independencia frente a lo económico, lo mediático y lo social. 
 
Las elecciones 2015 presentan desde ya unos términos muy atípicos en comparación con procesos de años pasados. Los partidos políticos y los candidatos entran al ruedo electoral con niveles sin precedentes de autonomía frente a otras expresiones del poder nacional.

 

En el ámbito económico, el sistema patrimonial y la rentabilización de los negocios públicos, ha generado un modelo autosostenible de financiamiento electoral. Los contratos de obra gris con empresas propias o afines, el listado geográfico de obras, la intermediación en la proveeduría del Estado, las plazas fantasmas o las comisiones por tráfico de influencias, han generado un “capital semilla” que permitiría a los partidos enfrentar los costos de la campaña. Ese capital semilla minimiza la dependencia de los candidatos frente al financiamiento proveniente del capital tradicional y algunas formas de capital emergente lícito.

 

En otras palabras, los partidos prefieren capitalizarse vía la repartición del patrimonio del Estado, a recurrir a la tradicional práctica de “pasar el sombrero”. Primero, porque la porosidad del gasto público permite acceder a mayores recursos a un menor costo político. Y segundo, porque esta receta le otorga a los partidos mayor margen de maniobra frente a los financistas de antaño.

 

El Presupuesto 2015 constituye el gran paradigma de ello. El plan de gastos, con un burdo esfuerzo por canalizar recursos a clientelas locales y eliminar controles de transparencia, no fue más que el diseño para capitalizar a los dos partidos gestores del pacto y principales actores en contienda. Mientras que la creación de nuevos impuestos y el aumento de otros ya existentes, simbolizaron el desafío desde el poder político a expresiones tanto del capital tradicional como del emergente.

 

En el ámbito mediático ocurre algo similar. La tradicional romería ante el “Ángel de la Democracia” ya no tiene la trascendencia de antaño. La proliferación de cables locales, de radios comunitarias o de corte localista, la consolidación de nuevas opciones en el mercado, y ahora, el surgimiento de medios de comunicación asociados a candidatos y dirigentes políticos, genera mayor nivel de independencia frente a los poderes tradicionales de la comunicación. El caso de Manuel Baldizón y su consorcio mediático ejemplifica esta emancipación frente a las prácticas tradicionales.

 

En lo social, los partidos hoy prefieren recurrir al clientelismo que pactar con organización de base local. Salvo organizaciones como los sindicatos de maestros y salubristas, y alguna que otra agrupación campesina, los grupos políticos carecen de incentivos para establecer alianzas con organizaciones de base. Todo ello, producto de la experiencia de Sandra Torres en el 2011, que demostró el alcance y efectividad del clientelismo como estrategia electoral.

 

Con estas condiciones, el proceso electoral 2015 se presenta como un enfrentamiento al desnudo de fuerzas políticas, sin mayores ataduras a otras expresiones del poder. La autonomía de lo político finalmente se alcanzó, gracias al patrimonialismo y el clientelismo.

 

Publicado el 20 de enero de 2015 en www.elperiodico.com.gt 
 http://www.elperiodico.com.gt/es/20150120/opinion/7346/La-autonom%C3%ADa-de-los-pol%C3%ADticos.htm

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