Insoportable realidad nacional

La inflación de asesinatos a lo largo y ancho del territorio nacional ya no solamente es alarmante, sino también desesperada. Las muertes brutales son noticia todos los días, al punto que más mueren diariamente en Guatemala que en Afganistán, Irak y Siria. Veinte asesinatos diarios (sin contar los heridos graves que mueren después) sí que es una tragedia nacional, sin precedente en nuestra historia. 

Nadie está seguro en esta tierra ensangrentada de sol y de montaña. Todos estamos en riesgo de perder la vida en cualquier momento y en donde uno menos se lo espera. Nos pueden matar por extorsiones, robos, asaltos, violaciones, secuestros, venganzas o, incluso, por considerarnos un interesante blanco. De cualquiera se teme, especialmente de la gran mayoría de policías, que se han convertido en lo peor de lo peor. El terrorismo de Estado también es otro fantasma que se ha hecho presente.

Eso sí, el Gobierno gasta a manos llenas en seguridad pública, sin ninguna efectividad. Por otro lado, se autorizan gigantescos presupuestos, ampliaciones presupuestarias y préstamos a granel bajo el pretexto de que los recursos se invertirán en seguridad, salud, educación y justicia. Sin embargo, todos sabemos que, mediante las convenientes transferencias presupuestarias, los recursos (producto de nuestros impuestos) van a parar a donde más les conviene políticamente a los gobernantes de turno.

De cualquier manera, el crimen organizado no solo está gozando de prosperidad e impunidad, sino que, en muchos casos, hasta disfruta de protección de parte de las fuerzas de seguridad del Estado. Asimismo, los mafiosos y pandilleros se dan el taco de brindar seguridad y garantía de vida a la población que habita en los “territorios ocupados”, que, a estas alturas, deben ser vastas extensiones.

Las autoridades, como siempre, tratando de convencer a la gente que están haciendo algo, a través de campañas de propaganda multimillonarias. Empero, la población vive la realidad y se percata de que el fracaso es completo; no se llama a engaños ni a “cantos de sirena”.

El Gobierno siempre pide más, pero todos sabemos que no hay dinero que alcance a los politiqueros, convertidos en mercaderes de la política. Los servicios públicos (seguridad, justicia, salud, educación, infraestructura física, etcétera) no mejoran en nada, aunque cada día se pagan más impuestos. ¿Quiénes mejoran? Pues, los mercenarios del poder. ¿No creen?

¡Basta de seguir esclavizados por los politiqueros! ¡Basta ya de seguir siendo simples espectadores y víctimas de la violencia y de los violentos! ¡Basta ya de corrupción e ineptitud! Son tiempos de resistir y decir se acabó.

Publicado el 15 de enero de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Editorial El Periódico
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150115/opinion/7178/Insoportable-realidad-nacional.htm

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