Y por qué mejor no…

Pasadas las fiestas retomamos conciencia de la cruda realidad, enfrentándonos con la batalla sin cuartel por financiar a como dé lugar el Presupuesto General de Gastos de la Nación, que sin duda gravitará sobre el bolsillo de los contribuyentes, es decir, sobre todos los guatemaltecos. Como sabemos, el presupuesto 2015 no responde a ninguna realidad ni necesidad sentida de la Nación, por lo que no refleja solución alguna a los problemas básicos como salud, educación, transporte y vivienda, por mencionar algunos, dejando por un lado aquellos que parecieran no esenciales, como cultura, entretenimiento, deporte y ocio que, sin embargo, son determinantes para el bienestar de un pueblo.

Como era previsible, la Corte de Constitucionalidad amparó el reclamo ante el impuesto de Q5 por línea telefónica fija o móvil, privando de Q1.3 millardos al presente ejercicio fiscal; vacío que se quiere llenar gravando el tabaco y las bebidas alcohólicas.

Algunas propuestas de solución se encaminan a incrementar la recaudación de impuestos, mejorar el control en las aduanas y combatir el contrabando. El primer sacrificado fue el jefe de la Superintendencia de Administración Tributaria, so pretexto de no haber alcanzado la recaudación prevista para el ejercicio fiscal anterior, como si el problema radicara en el monto de lo que entra a las arcas y no en lo que realmente afecta: el excesivo gasto programado.

La historia reciente ha hecho evidente la ineficiencia del Estado como administrador de la cosa pública, pese a que sus cuadros medios están capacitados y conocen su labor. De igual manera, cada vez que hay cambio de autoridades superiores, estas se ven impedidas de actuar al ser copadas por nuevos funcionarios que llegan sin preparación ni conocimiento alguno a hacerse cargo del despojo e imponer la arbitrariedad a costa del erario.

Esa disfuncionalidad incluye que los presupuestos aprobados para cada ministerio o unidad ejecutora no llegan a tiempo, a lo que se suma su incapacidad operativa, al punto de que el presupuesto raras veces se ejecuta según fue programado y aprobado. Las transferencias son una práctica común y la corrupción, una maña generalizada.

Y por qué mejor no replantear el gasto para revertir un presupuesto que solo se justifica por razones ajenas a su naturaleza. Podrían eliminarse infinidad de puestos inútiles,  pero bien remunerados. Priorizar las obras y proyectos que más beneficio aporten a la población, satisfaciendo necesidades desatendidas, y descartar gastos superfluos.

Y por qué mejor no reducir el salario de altos cargos públicos, como la Presidencia, ministerios, secretarías y direcciones generales; aplicar la Ley de Servicio Civil, estimulando al servidor público.

Y por qué mejor no aprovechar para modernizar el Estado, creando la carrera administrativa, descartar el robo y la malversación, persiguiendo penalmente esos y otros delitos, y eliminar la idea de que ocupar un cargo público es sinónimo de salir de la pobreza en los primeros meses de gestión, ante la premisa de poder ser sustituido por el que sigue en la lista de agradecimientos de campaña.

Publicado el 15 de enero de 2015 en www.prensalibre.com por JM Magaña Juárez
http://www.prensalibre.com/opinion/Y-por-que-mejor-no_0_1285671421.html

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