Ramón Parellada

Las consecuencias para nuestro país serán negativas, con una desaceleración en el crecimiento económico por los nuevos y sorpresivos impuestos, una mayor deuda y una mayor corrupción al eliminarse ciertos candados que todavía podían frenar los actos de esta naturaleza. No hubo ningún análisis profundo y tampoco recortes importantes de gastos. Resultó ser más fácil aprobar nuevos impuestos. Los diputados tienen el poder de imponer impuestos y lo hicieron irresponsablemente. Ese es además el poder de destruir la economía del país.

La cantaleta de la baja carga fiscal se la creen casi todos, hasta economistas que parecieran estar muy preparados en sus áreas se la han tragado. Ignoran a propósito que los países desarrollados no nacieron así sino que lograron convertirse en lo que son gracias a que en el pasado, cuando eran pobres, no tenían cargas fiscales que superaran el 10% del PIB (Producto Interno Bruto). Cuando ya eran ricos incrementaron esas cargas.

El presupuesto sigue estando sobreestimado en cuanto a ingresos tributarios. Los sorpresivos nuevos impuestos significan un cambio en las reglas del juego a los inversionistas que confiaron en el país como es el caso del increíble incremento de las regalías a la minería (la tasa del 10% es de las más altas del mundo). Así algunas operaciones podrían dejar de ser rentables y cerrarlas, lo cual dejaría en la calle a sus empleados y quienes de una forma directa o indirecta se benefician de esas inversiones. También es una estocada a la débil economía de los más pobres con el incremento de impuestos a los materiales de construcción y cemento así como a la telefonía.

Pues aún con estos nuevos y sorpresivos impuestos especiales, considero que los ingresos están sobreestimados en unos Q2 mil millones. No creo que el Gobierno recaude más de alrededor de los Q52 mil millones el próximo año.

Los gastos están inflados pero los diputados que aprobaron el presupuesto nos recetaron más endeudamiento. No se notó ningún esfuerzo por reducirlos. Era más fácil endeudarse. Para 2015 se aprobó la emisión de Q4 mil millones en bonos y unos $890 millones de préstamos del exterior. Con esto, la deuda llega aproximadamente al 25% del PIB y representa también un 230% de los ingresos tributarios.

Existen, además, ciertas asignaciones a ONG, asociaciones, sindicatos e incluso un monto para más subsidio del transporte urbano que sorprenden. ¿A cuenta de qué se les asignó a estas organizaciones Q300 millones? Compraron su silencio. Algunas de estas organizaciones son las que presionan paralizando carreteras y haciendo toda clase de bulla contraria al Gobierno cuando quieren algo. Son cómplices de un mal gobierno, un gobierno populista y mercantilista. Cómplices del continuado empobrecimiento de los guatemaltecos.

Y para cerrar con broche de oro, se aflojaron los controles al eliminar los candados para la ejecución de las obras públicas. Podrán las municipalidades y los Consejos Departamentales de Desarrollo contratar nuevamente a muchas de las dudosas ONG. Esto no es todo. Se eliminaron las Constancias de Disponibilidad Financiera y Presupuestaria que eran un requisito para la ejecución de obras por parte de empresas privadas. Con esto, la deuda flotante queda sin límite ni control.

El daño a los ciudadanos guatemaltecos que estos diputados que votaron a favor de este vergonzoso presupuesto está hecho. No hay que votar por ninguno de ellos en las próximas elecciones.