No es correcto

La vida precisa, también,  de recíproco respeto.
 
No es correcto que se trate a nuestros jueces con la insolencia que se hace, tildándoseles de “deshonestos” y otros calificativos semejantes, simple y llanamente, porque no se ajustan al criterio de aquellos que resultan derrotados. 

 Un buen litigante hace cuanto sea posible, dentro de los márgenes de ley en tanto el juicio se ventila, incluyendo el uso de todos los recursos y remedios procesales que sean procedentes incluidas las acciones de amparo y las excepciones o incidentes de inconstitucionalidad en el caso concreto pero, una vez hecho lo posible, acata, sin más, el fallo que se dicte.

La sentencia, cuando firme, ya no se discute, se acata.

Esto no quiere decir que no pueda criticarse y es bueno y saludable que se haga pero de allí a que se les falte el respeto a los juzgados existe un fundamental abismo: la diferencia entre el Estado de Derecho y la anarquía.

Ninguno de los tres jueces constitucionales que vienen siendo vilipendiados (hoy se insulta a unos y mañana a otros –de héroes a villanos–, según convenga) víctimas como lo son de la insolencia y la ignorancia, merece ni uno solo de los insultos propinados, insultos que deslucen en cualquiera pero más aún en personas de mediana edad, supuestamente cargadas de experiencia y que podrían ser objeto de insultos similares o peores que, insultar, es algo que lo puede hacer cualquiera y que no implica, para hacerlo, ciencia alguna.

Ya quisiera yo ver a los detractores de Héctor Hugo Pérez Aguilera, magistrado que fuera de la entonces legendaria Sala Cuarta de la Corte de Apelaciones, enfrentarse a casos de narcotráfico como los de Vargas Quiroz y Escobar, casos en los que sin alharaca alguna dejó probados, para siempre, a la hora de la verdad, cuando deben probarse, su honestidad y su valor.

Otro tanto, Alejandro Maldonado Aguirre, con toda una vida pública intachable como la vida pública de aquel y quien ha pasado impoluto dentro del fango: Concejal de la Municipalidad de Guatemala, Ministro de Educación, Representante Permanente de Guatemala ante la Organización de las Naciones Unidas, Ginebra y Nueva York, Embajador en México, Canciller; candidato a Alcalde, candidato Presidencial por el frente Opositor (A la mera hora de rajar ocote) tres veces Magistrado y tres veces Presidente de la Corte de Constitucionalidad y, en el ámbito conservador, de la mismísima estatura que Manuel Colom Argueta, ambos la esperanza, en su momento, de una Guatemala que pudo ser distinta.

Roberto Molina Barreto, Presidente que fuera del Centro de Defensa de la Constitución (Cedecon) ¿lo han olvidado? Procurador General de la Nación y dos veces Magistrado y Presidente de la Corte de Constitucionalidad, profesional este último con el que he discrepado varias veces sobre diversos temas pero no por ello menor en mi respeto y digno, por su trayectoria, del respeto de todos.

 No es correcto acudir a la descalificación personal y a la diatriba porque se haya perdido una acción de amparo, como tampoco acudir a estas para descalificar a los postuladores y los postulados, poniendo en entredicho toda la administración de Justicia.

 Considero correcto el fallo proferido por la Corte de Constitucionalidad y estimo que esta también hizo lo correcto al conceder el amparo provisional que concediera y que, al dictar sentencia, revocara, puesto que la única finalidad de esta institución, la del amparo provisional, es la de evitar males que, de no concederse, pudieran ser irreparables, en tanto se dicte la sentencia y sin que ello prejuzgue sobre el fondo. irreversibles que puede ocasionar la ejecución de algo en lo que el proceso de amparo se resuelve pero que no prejuzga –en absoluto– en cuanto al fondo del asunto.

 No coincido con el criterio de los votos disidentes pero ello no obstaculiza mi respeto por los otros magistrados, Gloria Porras y Juan Carlos Medina, impecables en sus trayectorias y sumamente acertados en múltiples de sus intervenciones anteriores.

 No creo que los detractores y analistas, sin trayectoria alguna en sus vidas, al menos de quilates semejantes, tengan el derecho de mancillar el honor de estos jueces ¡Ay de aquellos pueblos que no respetan a sus jueces! y estoy seguro de que puestos en posiciones de alta prueba, como las que han debido superar algunos de ellos –no puedo olvidar a Pérez Aguilera en aquella Sala Cuarta– serían incapaces de resistir las tentaciones de dinero que han sabido resistir y las amenazas que supieron ignorar.

 De los críticos, sin sustento y trayectoria, separo a Helen Mack, Comisionada que fuera de la Reforma Policial en el Gobierno pasado –función pública, remunerada u honorífica que, como a todo funcionario, la expone a la crítica, pero cuya trayectoria, cargada de tantísimo dolor y sufrimiento, hace comprensible, de su parte, incluso, los excesos.

 ¿Queremos una Guatemala distinta? Pues comencemos por tener una actitud distinta, ajena a la violencia, incluso la de aquella que existe en las palabras.

¡Aprendamos a respetar a nuestros jueces!

Publicado el 25 de noviembre de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Acisclo Valladares Molina 
http://www.elperiodico.com.gt/es/20141125/opinion/5331/No-es-correcto.htm

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