Hartazgo de los políticos

La desconfianza, el desinterés, el hartazgo y la reprobación de la acción política en nuestro país se debe a que el liderazgo político, desde que se inició el actual proceso político (1986), no ha estado a la altura de las necesidades y exigencias de una democracia republicana moderna.

La percepción ciudadana del liderazgo político criollo es que éste no solo no ha respondido a las exigencias democráticas y republicanas, sino que, por el contrario, se quedó anclado en nuestro oscuro pasado autoritario. Luego, se puede asumir que el actual quehacer político está calcado en el modelo de liderazgo político caudillista, verticalista, clientelista, intolerante, electorero, corrupto y abusador que imperó bajo los regímenes militaristas (1970-85).

En todo caso, el modelo de liderazgo político autoritario se centra en la concepción tradicional de dominador-seguidor, en el culto a la personalidad, en el control basado en el espionaje, la persecución y el temor, en el abuso de poder, en el contubernio y el enriquecimiento ilícito, en la propensión a la manipulación, al engaño y al cinismo, y en el obsceno populismo derrochador.

Por el contrario, en el modelo de liderazgo democrático la acción política facilita espacios reales de participación, concilia intereses disímiles y promueve la politización de la sociedad, que no es otra cosa que el reconocimiento de comunidades de ciudadanos, con autonomía personal y capacidad de deliberar, decidir, asumir responsabilidades y encarar el futuro con cohesión, confianza y seguridad.

Sin duda, la vigencia del liderazgo político autoritario no solo ha afianzado el divorcio entre la población y la clase política, sino que obstaculiza la consecución de los necesarios acuerdos y cambios institucionales que nos garanticen el crecimiento económico y el desarrollo humano sostenible. Asimismo, la ausencia de un liderazgo político serio, franco, ético, participativo, visionario, leal y responsable está desembocando en una peligrosa parálisis, que se manifiesta a través de una desbordada conflictividad y un patético vacío de autoridad, que alimentan una creciente e incontrolable turbulencia social.

Urge, entonces, el surgimiento de un liderazgo político democrático republicano, basado en el respeto y sujeción a la Constitución y la ley, en la consecución y el cumplimiento de pactos y acuerdos, en las decisiones y estrategias compartidas y auditadas, en la transparencia y la rendición de cuentas, en la deliberación y la negociación franca, en la inclusión y la comunicación eficaz, en la cooperación y el desarrollo de redes sociales, así como sustentado en la participación ciudadana en pos del bien común.

Seguir apostando al actual liderazgo político miope, reciclado, rentista, mediocre, personalista, excluyente y caduco, es condenar a nuestra sociedad a la inestabilidad, a la ingobernabilidad y a la intranquilidad recurrentes.

Publicado el 03 de noviembre de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Mario Fuentes Destarac 
http://www.elperiodico.com.gt/es/20141103/opinion/4261/Hartazgo-de-los-pol%C3%ADticos.htm

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