Un golpe de ética

El inspirador levantamiento del liderazgo ciudadano.
Durante décadas estuvimos acostumbrados a que un “golpe de Estado” resolviera las repetidas crisis de una sociedad mal acomodada. Desconectados del significado colectivo de nuestra existencia, poco importaba si el famoso golpe solamente implicaba un reacomodamiento de las mismas fuerzas, hasta que volvía a fallar y se hacía necesario un nuevo golpe. Cuando la época del respeto a la institucionalidad y al Estado de derecho se impuso como imperativo para ser aceptados en la comunidad global, los golpes de Estado desaparecieron y un relativo respeto a la legalidad permitió que el país se fortaleciera mínimamente. Frente a Serrano Elías, por ejemplo, el país pudo afrontar la crisis constitucional.

¿Qué valor tiene el llamado Estado de derecho? Para comprenderlo quizá habría que recordar los tiempos en que el poder real privaba sobre personas y bienes. El mandato soberano podía intervenir sin que mediara ninguna garantía de protección a los individuos o al bien común. Las ideas del iluminismo fueron liberadoras de aquel yugo. Al someter el poder al principio de legalidad, las sociedades se apartan de los actos de mera fuerza, para negociar un pacto social a través de actos fundacionales. Se crean instituciones que alejan el poder de las manos de los individuos y sus intereses. Todo ello acompañado de un sistema de pesos y contrapesos.

Por supuesto que el Estado de derecho no está ganado por la mera existencia de un ordenamiento legal. Se necesita voluntad política y esta no depende solamente de los políticos. Implica un convencido apoyo ciudadano a estos principios. La defensa de una ética ciudadana.

En los últimos tiempos, el estamento político ha demostrado su capacidad de tener mano dura, pero solamente en un sentido: golpear la institucionalidad del país y, con ello, apostarle al desmantelamiento del Estado de derecho. El juego político se ha desviado hacia el más desfachatado irrespeto de las fronteras de la institucionalidad en todos los temas fundamentales: las garantías electorales, la participación de los entes políticos en la elección de magistrados a las cortes, la espuria negociación con delincuentes a quienes se permite participar de la cosa pública, con amplitud.

¿Quién podía defendernos frente a semejante embate? La respuesta de la magistrada Claudia Escobar a esta interrogante nos lo deja claro. Nosotros. Hemos sido una sociedad eunuca. Incapaces de reconocer nuestro propio poder. Victimistas. Cediendo siempre el ejercicio de nuestros derechos y renunciando a la unión que nos podría hacer fuertes. Pero, un golpe de ética pudo mover los pesados mecanismos de una sociedad divida y sin claridad de propósito. Se convirtió justo en lo que necesitábamos: inspiración… liderazgo.

Publicado el 17 de octubre del 2014 en www.elperiodico.com.gt por Carol Zardetto
http://www.elperiodico.com.gt/es/20141017/opinion/3472/Un-golpe-de-%C3%A9tica.htm

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