El Parido (anti) Patriota

Estuardo Zapeta

Suficiente, según la norma, para cancelar, eliminar, borrar totalmente al partidito patrioterista del mapa y la actividad política. Pero a ellos les peló vil y cruelmente la prohibición, y con pisto de a saber ni dónde, echaron punta en un bochorno digno de Macondo y de cientos de gentes con “ojos de perro azul” riendo sarcásticamente bajo el gran sol que los quemaba.

A cada alcalde pidieron un número de gente. Que se llene esa m…, decían, sí, que rebalse, debemos mostrar fuerza, argumentaban los achichincles mugrosos que ya tenían listos los buses para ser alquilados, los baños de plástico puestos en diferentes lugares, y hasta los tiques para las “50 raciones” de comida.

Y ahí venía la caballada transportada en buses, en picops, en camiones, en lo que fuera, con tal de cumplir. Nadie vino voluntariamente. Todos fueron acarreados so pena de despedirlos del chance si no venían a corear las pajas que corearon.

Ah y ahí estaba la señora esa, la inmencionable, del cincho carísimo, en calidad de conductora, o de animadora, o de no sé qué diablos, pero se supone que ella no puede hacer proselitismo mientras ostente el cetro de reina, digo de poder para el cual fue electa. No. Ella no puede tener el puesto que tiene y salir con micrófono en mano pegando semejantes alaridos que despertaron de la goma a cien mil bolos a la redonda. Hasta en Mixco y Villa Nueva se escuchaban los gritos de película de terror que la otra emitía, según ella, para animar a las desanimadas y acarreadas multitudes.

Espectáculo pobre, muy pobre, sobre propiedad estatal. Ni mencionar toda la publicidad ¿pagada con cuál pisto, pregunto?, alrededor de ese parque que está verde ya pero de tanta mulada que generaciones de populistas han pronunciado con la desfachatez de pedir apoyo y voto.

Uno tras otro pasaron a rebuznar, digo a expresar esos discursitos dizque “valientes”, siendo uno más pintoresco que el otro. El de Sololá fue un mate de risa. De veras, es que lo único que supera la belleza de Atitlán ha de ser la estupidez de sus dipucacos. Pero no repetiré lo que dijeron, para eso están los videos, los canales, y las memorias impregnadas de insensatez.

Para cerrar ese circo naranja de malísimo gusto el elegido, el delfín, señoras, señores, niños, niñas, ladrones, políticos, mareros, putas, culto público que nos acompaña con su presencia, el “caballito de palo.” Ahora sé por qué le dicen “caballito de palo” al elegido por los autodenominados dioses en decadencia. Se echó el espich. Nada nuevo bajo el sol quemante.

El mismo populismo. Sí, ese, el de siempre, el que ya conocemos. Qué huevos, de veras. Calladitos todos ellos se ven más bonitos. Y empezaron las alegres elecciones.