La repentina vuelta a la vida de la Ley de Desarrollo Rural reaviva el debate en torno al modelo de desarrollo que debería perseguir Guatemala. Mientras la mayoría de países del mundo busca cómo salir de la pobreza por medio de la industrialización, urbanización, innovación y eficiencia, en Guatemala seguimos empeñados en promover modelos que difícilmente sacarán a Guatemala de la pobreza y reducirán la desigualdad. La evidencia histórica muestra claramente que el desarrollo está inexorablemente ligado a la productividad de los recursos económicos. Específicamente, al traslado de recursos económicos desde actividades menos productivas hacia actividades más productivas. Lo cual, históricamente hablando, siempre ha sido sinónimo de la gradual disminución de la agricultura tradicional y la creciente urbanización de la población. Principios contrarios a lo que se persigue con la referida ley.
En nuestro caso, a la luz de lo que ha pasado en países similares a Guatemala y en función de la abundancia relativa de mano de obra poco calificada, bajos niveles de capitalización, posición geográfica y ventajas logísticas, la verdadera alternativa para el desarrollo del país descansa en la gradual industrialización, tecnificación de la producción, capacitación de la mano de obra y sofisticación de los sectores productivos. Seguir insistiendo en el desarrollo rural como única alternativa de desarrollo para el país es insistir en el error. Sobre todo, cuando el apego a tan limitado modelo de desarrollo conlleva negar y satanizar otros modelos de desarrollo.
Publicado el 20 de septiembre de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Editorial El Periódico http://www.elperiodico.com.gt/es/20140920/opinion/2146/Desarrollo-Rural–modelo-equivocado.htm
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