La disertación de un estadista

Estamos tan acostum- brados a oír las muletillas, las simplezas y las mentiras que la mayoría de los políticos guatemaltecos pronuncian, que cuando se tiene la oportunidad de escuchar una disertación formulada con un hilo conductor lógicamente tejido, con sustento teórico y doctrinal y fundamentado en datos y estadísticas, se valora la oratoria y se elevan los parámetros de las expectativas que hay que poner en quienes se dedican al oficio de la política.
 

Tenemos que ser exigentes en eso, forzar a quienes buscan convencer de las bondades de sus propuestas a demostrar conocimiento, talento, capacidades y compromiso.

Aun cuando el presidente Correa vino a hurgar en una herida supurante que es nuestra lacerante realidad, es necesario que a quienes tienen la posibilidad de impulsar los cambios se les ponga un espejo enfrente para que entiendan que este país no es solo de ellos, que es nuestra Patria y se está despedazando.

Es ofensivo para la dignidad humana enterarse en las noticias cotidianas sobre niños desnutridos, respaldadas con fotos que muestran la miserable vida que llevan miles de familias, que subsisten en el abandono, entre pisos de tierra, covachas de lámina, sin comida y sin futuro, o de la tragedia de la niñez migrante que, como dice la Pastoral de la Movilidad Humana, es un drama viejo que hasta ahora que lo dijeron los norteamericanos se le puso atención o de la demanda insatisfecha de salud de poblaciones que no tienen ni siquiera cerca centros de convergencia, mucho menos hospitales, por lo que deben esperar a curarse solas o aguardar a morirse en familia.

Estamos en un escenario muy peligroso, no solo porque se han venido acumulando siglos de abandono y desigualdad, sino por la conflictividad social provocada por la ambición desmedida, la inequidad, la desigualdad y la injusticia social. Cada día se suma un problema más de difícil solución que nos acerca a las predicciones de los que ansían que lleguemos a ser un Estado fallido, para justificar el aumento de los niveles de intervención extranjera o simplemente para ser los mesías que solucionarán todo, con discursos y más discursos.

¡Qué aciago presente vivimos e incierto futuro nos espera!

Muchas cosas se le pueden criticar a un visitante que vino a provocar una sacudida en varios estratos y a mostrar que hay en el país, para sorpresa de muchos, cierta clase media ávida de “revolución”. El presidente Correa puede tener en su haber varios puntos débiles, pero es imposible negar el éxito que como estadista ha tenido en su país, de donde antes de su llegada al Gobierno, la población había sacado “a sombrerazos” a varios presidentes.

La pobreza es la peor forma de violencia y la insultante opulencia son violencias contra la dignidad humana, fueron algunas de sus afirmaciones, al mencionar los logros que su gobierno ha tenido en la lucha contra la pobreza y la desigualdad.

La pobreza es consecuencia de un sistema injusto, no se resuelve con caridad o compasión, sino con procesos políticos, reformando las estructuras injustas, no hay libertad sin justicia, agregó. La inversión en educación, en salud, la prioridad puesta en la ciencia y la tecnología son factores que han permitido que Ecuador sea uno de los pocos países de América Latina que alcanzarán varios de los Objetivos del Milenio.

Nosotros, ¡no alcanzaremos ninguno!

El discurso de Correa puede servir para polarizarnos más o para ver la necesidad de encontrar acuerdos nacionales sobre nuestros graves problemas estructurales.

Publicado el 25 de agosto de 2014 en www.prensalibre.com por Ileana Alamilla 
http://www.prensalibre.com/opinion/La_disertacion_de_un_estadista-Ileana_Alamilla_0_1199280269.html

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