El Chiquilín

NO HUBO FINAL FELIZ. Las teclas de las marimbas del infierno sonaron tristes. Las Lágrimas de Telma con acompañamiento underground inundan el ambiente. El Chiquilín ya no podrá afinar su voz para una nueva rola que nazca de esa subversiva mezcla de maderas de hormigo con heavy metal. Su cuerpo apareció despedazado en torno del basurero de la zona 3. Fue el lunes 11 de agosto, en vísperas de la fiesta patronal de la capital, una ciudad donde la vida y la muerte, la tragedia y la alegría se entrecruzan a diario. Es una unidad dialéctica de festejo y grito de dolor. Como el recuerdo de aquel piloto  asesinado a balazos en su camioneta adornada con globos de colores cuando se conmemoraba el día de San Cristóbal, patrono de los choferes. Es la agonía cotidiana de seguir vivos y no saber cuándo le puede ocurrir a uno.
 

ESTA VEZ FUE VÍCTOR Hugo Monterroso, cuyo cuerpo apareció descuartizado y tirado en varios sectores de la zona 3. Ese joven de 33 años incursionó como actor en la película Las marimbas del infierno. No era un actor profesional, más bien se representó a sí mismo, al igual que el resto de protagonistas del filme que relata la historia de tres personajes que sobreviven en medio de la violencia que corroe la capital. No es la historia del asombroso Hombre Araña, del formidable Capitán América o del intrépido Caballero de la Noche. No, la lica dirigida por Julio Hernández fue de bajo presupuesto y su objetivo era narrar la historia de tres chapines comunes y corrientes que se entrelazan por la música.

EN EL FILME, EL CHIQUILÍN vive a salto de mata en una zona roja de la periferia capitalina y trata de hacer realidad su sueño de llegar al mundo del espectáculo. El chavo es el punto de confluencia entre don Alfonso, que huye de los extorsionistas que lo obligan a esconder a su familia y guardar su marimba para evitar que se la quemen, y Blacko, un médico roquero rechazado por los pacientes por su apariencia metalera. Entre el humor y la ironía, los personajes fusionan sus mundos y su música, en una sociedad conservadora que se debate con la frustración diaria y las carencias de todo tipo.

HOY YA NO ESTÁ MÁS el Chiquilín y no podrá presumir de  que fue coprotagonista de la película guatemalteca más reconocida hasta la fecha a escala internacional, entre cuyos galardones está el premio principal del Festival Encuentro de Cine de América Latina, en Francia, en 2011. Su trágica muerte es quizá el epílogo de ese filme que recrea el mundo de violencia que se vive en el país con el melancólico turuntuntun turuntuntun turuntuntun tururururú de Lágrimas de Telma, en tanto allá afuera el Chiquilín es ahora solo una estadística: el cadáver número 18 que aparece descuartizado en lo que va del año. Y mientras recogen sus restos en bolsas plásticas, el estruendo de las  bombas y cohetillos anuncia el comienzo de las festividades de la Virgen de la Asunción, con serpentinas y venta de chucherías   en la feria  de Jocotenango.

Publicado el 13 de agosto de 2014 en www.prensalibre.com por Haroldo Shetemul
http://www.prensalibre.com/opinion/Chiquilin_0_1192680737.html

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