Esta participación se ha convertido en un indigenismo gubernamental que utiliza a miembros de los pueblos indígenas folclóricamente, para que representen el “rostro indio” en los gobiernos de turno pero no para que participen plenamente en la toma de decisiones. Ejemplos del indigenismo de Gobierno hay muchos pero hasta el momento el Ministerio de Cultura es el que mejor reproduce esa peligrosa práctica con Ministros y trabajadores indígenas que no han hecho la diferencia, sino que han terminado abusando del poder porque saben que el cargo, no es que lo merezcan, sino es el pago a su aporte durante las campañas electorales.
Entender la participación indígena en el Estado requiere analizar los procesos de cooptación históricos pero también adentrarse en los intereses personales de hombres y mujeres indígenas que terminan seducidos por el poder e impulsados por políticas que van en detrimento de derechos colectivos. La cooptación no es solo de los gobiernos de turno ni de las elites corporativas, sino sobre todo de partidos políticos e instituciones nacionales e internacionales que impulsan en Guatemala la farsa de una democracia participativa, incluyente y multicultural. Ante esto, es necesario una autocrítica dentro de los movimientos sociales indígenas y de quienes ejercen el poder político local y nacional. La identidad étnica no implica automáticamente compromiso. Y quienes caen en esta farsa, terminan con sus acciones, oscureciendo las históricas demandas.
Publicado el 11 de agosto de 2014 en www.elperiodico.com.gt por María Aguilar http://www.elperiodico.com.gt/es/20140811/opinion/194/Cuota-%C3%A9tnica.htm
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