El poder de los capos del contrabando

Una de las cabezas visibles de la hidra del crimen organizado en Guatemala es el contrabando (introducción o exportación de productos sin pagar los derechos de aduana a que están sometidos legalmente) y la defraudación aduanera (mercaderías introducidas fraudulentamente). Las otras cabezas visibles del crimen organizado son el narcotráfico, el tráfico de armas, la extorsión, el secuestro, el tráfico de madera, el lavado de dinero, el robo de vehículos, la corrupción estatal y el tráfico de personas.

 

El Fisco deja de percibir decenas de millardos de quetzales anuales, por razones del contrabando y de la defraudación aduanera, por lo que se convierte en la mayor fuente de evasión tributaria. Empero, estos delitos no solo se traducen en evasión tributaria, sino que también inoculan el veneno de la corrupción y la impunidad a todas las instituciones estatales, especialmente aquellas que están encargadas del control de legalidad y del castigo a los criminales (tribunales, fiscalías, cárceles y Policía).

El poder de la mafia es tan grande que el territorio nacional ha caído virtualmente bajo la férula, el control total, de la delincuencia organizada nacional y transnacional, que opera con absoluta impunidad. Esto, prácticamente, significa que el Estado es totalmente impotente para enfrentar a los gánsteres, a las bandas armadas, a las maras y al Estado paralelo.

La impotencia de la justicia es patética. La conflictividad ha aumentado exponencialmente y el crimen reina en el país. La compra de voluntades se da a todo nivel y todo se “lava”. Se planea y ejecuta el asalto mafioso de las instituciones del sector justicia, así como el socavamiento del sistema de control financiero del Estado, sin que nadie objete o se oponga. El saqueo y defraudación de las arcas nacionales se hace con cinismo y desparpajo, al extremo de que hasta se publican los despropósitos. Los mafiosos y corruptos hacen gala de sus artilugios, trampas, ardides y componendas; y, por supuesto, se pavonean haciendo alarde de sus logros, inmoralidades, lujos y excentricidades. Hasta las otrora condenas morales desaparecieron, al punto que en las elites sus delitos se cuentan como hazañas y anécdotas.

El poder de los “capos del contrabando” es tal que, no satisfechos con su desleal “ventaja competitiva” (derivada del no pago de impuestos), se dan el lujo de presionar y lograr que las autoridades estatales eleven los aranceles (impuestos de importación) a los productos que internan ilegalmente al territorio nacional, para que sus competidores, que sí pagan impuestos, quiebren o salgan del mercado, dada la imposibilidad de bajar sus precios. ¡Qué gobiernito!

Publicado el 17 de junio de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Editorial El Periódico
http://www.elperiodico.com.gt/es/20140617/opinion/249372/

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