Las extorsiones se traducen en presiones, mediante amenazas violentas sobre las víctimas, para que éstas paguen ciertas sumas de dinero en forma mensual, a cambio de no ser agredidas. Generalmente, los delincuentes ejecutan sus amenazas cuando no ceden ante sus requerimientos. Los ataques contra la vida, integridad personal y bienes de los extorsionados no se dejan esperar. Abundan los casos de salvajes asesinatos, violaciones, lesiones y robos que ilustran hasta dónde llegan estos criminales cuando los amenazados no les entregan los dineros que les son exigidos.
El dinero pedido oscila de acuerdo a los recursos aparentes con los que cuentan los extorsionados. Ha trascendido que las peticiones son en dólares estadounidenses y que oscilan entre US$400.00 (Q3,000.00) y US$5,000.00 (Q38,000.00) mensuales. Por supuesto, los requerimientos aumentan cada cierto tiempo al punto que para muchos extorsionados se vuelven prácticamente impagables, lo que puede traducirse en agresiones físicas contra los extorsionados o sus familiares.
Ha trascendido que en la cadena criminal se involucran policías corruptos, con quienes los mareros y pandilleros comparten el producto de las extorsiones. Esto impide que la fuerza pública reprima a los delincuentes con la contundencia debida. Los “agentes del orden vinculados” se limitan a capturar a algunos sin pruebas que los incriminen, lo que obliga a las autoridades judiciales a liberarlos casi inmediatamente. En fin, se presenta una suerte de “puerta giratoria” que todos los días desacredita y resta credibilidad a la justicia oficial. Inequívocamente, esta contaminación macabra de la Policía causa estragos en todo el sistema de seguridad y justicia, al extremo que la gente para defendiéndose por sí misma de la agresión de la delincuencia.
Pero volvamos a los efectos perniciosos del abandono de viviendas y negocios a causa de las extorsiones de los mareros y pandilleros. Los perjuicios sobre la economía son devastadores, ya que la gente pierde sus propiedades y posesiones, y se ve obligada a comenzar de nuevo en otro lugar, con los costos que eso conlleva, y bajo la asunción falsa de que no va a ser extorsionada nuevamente por otros delincuentes.
Sin duda, la extorsión es el crimen de mayor incidencia en el país y debe ser combatida por el Estado con toda la energía.
Publicado el 11 de junio de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Editorial El Periódico http://www.elperiodico.com.gt/es/20140611/opinion/248980/
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