Silencio no incluye detener las acciones

Las declaraciones del mandatario Otto Pérez Molina en referencia a prolongar el cargo presidencial deben ser entendidas en su más amplio significado. No volver a hablar más del asunto tampoco implica dejar de actuar. Por eso, aunque son positivas en buena medida, resultan tener la ambigüedad que posteriormente se convierte en causa de críticas justificadas, sobre todo cuando son bienintencionadas.

El mandatario debió haber sido claro e indicar que utilizará su influencia con los diputados del partido patriotista para que estos se abstengan de actuar en la línea de estirar el tiempo de la presidencia. Si lo hubiera hecho, el tema habría sido enterrado en el cementerio de las ideas que no tienen posibilidad de realización. Pero no lo hizo así.

De las declaraciones se pueden desprender dos aspectos positivos: uno, que no va a presentar ninguna iniciativa y que no le interesa quedarse ni un solo día más en el Gobierno, aunque en realidad eso es precisamente lo que debe hacer: cumplir y hacer que se cumplan la Constitución y las leyes. Pero aun así, es un paso hacia adelante para que naufrague esa nave que solo lo llevará a estrellarse en los acantilados de la historia.

Sin embargo, las declaraciones también tuvieron un error que le puede seguir afectando en su relación con los ciudadanos. Consistió en que a las reacciones adversas a la pretensión que le ha causado tal andanada de críticas, el mandatario indicó que no le merece “el menor de los respetos” y las calificó de “circo” y de demandas “espurias”, lo cual significa que las considera bastardas, que degeneran en su origen, y son falsas o engañosas. Es significativo que agrupaciones de exmilitares también se manifiesten en contra.

No caben esos calificativos tan insultantes para referirse a que numerosos ciudadanos, en lo personal o como integrantes de sectores, hayan leído el texto constitucional que prohíbe explícitamente la reelección, los intentos de alargar el período e incluso el hecho de incitar a una discusión a este respecto. Cada vez que se refiere al tema, incluso ayer que anunció no hacerlo más, el presidente Pérez Molina se causa a sí mismo problemas adicionales que, aunque no quiera creerlo, le costarán cierta disminución en sus indicadores de popularidad.

Es necesario comprender el espíritu con el que los constituyentes de 1984 redactaron la ley de leyes del país. Dejar artículos pétreos, irreformables, fue sabio. Intuyeron que, aunque fuera muchos años después, iban a surgir ideas para alterar lo referente a las elecciones, períodos de gobierno y temas afines. Por ello, decir que la forma de lograr estos cambios es anular el artículo que crea estas llaves legales constituye una burla que puede terminar con la democracia guatemalteca.

Es correcto que el presidente ya no vuelva a hablar del tema. Pero sí tiene la obligación histórica de poner orden dentro de las filas de su partido, donde algunos quieren dejarlo mal ante la historia, como el guatemalteco que acabó con un experimento político que inició hace treinta años, con el intento de establecer nuestra sui géneris democracia.

Publicado el 04 de junio de 2014 en www.prensalibre.com por Editorial Prensa Libre 
http://www.prensalibre.com/opinion/Silencio-incluye-detener-acciones_0_1150684945.html

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