Mamá Baldetti

Fue como en la Guerra de las Galaxias, solo que a la Tor Trix.

 

En vez de nave espacial, con puentes futuristas, el escenario era una tarima montada en el parque Erick Barrondo, con sillas de aluminio acondicionadas para la celebración de Gobierno del Día de la Madre.

No fue Darth Vader, vestido con su gabán negro quien lo dijo, sino la vicepresidenta Roxana Baldetti, enfundada en ajustados jeans y camisa naranja. “Me siento afortunada, porque soy mamá postiza de 14 millones de guatemaltecos”, dijo la señora, oronda, mientras se pavoneaba, micrófono en mano.

La declaración fue recogida por la cuenta de Twitter de Prensa Libre e inmediatamente las redes sociales gritaron “¡Nooo!”, “¡Tu madre!”, “¡Soy huérfano!”, cuando no insultos más subidos de tono que no voy a repetir aquí por cortesía y respeto a los castos sentidos del público presente.

Las protestas de los tuiteros se convirtieron rápidamente en tendencia y recordaron que hace apenas una semana la Vicepresidenta también ocupó ese sitial de honor cuando defendió a su hijo por tomarse una selfie con el papa, y dijo que “viajar a Europa es más barato que a Petén”.

La disonancia entre lo que pensamos los guatemaltecos por un lado, y la señora Vicepresidenta, por el otro, se ensancha cual abismo. Si nosotros nos sentimos como Luke Skywalker a punto de despeñarnos frente a Darth Vader, ella se ve en un colorido escenario de Broadway, con luces y orquesta, como una especie de Evita chapina. Casi escucho la tonadita del famoso musical: “Santa, Santa Evita/Madre de todos los niños/De los tiranizados, de los descamisados/de los trabajadores…”

Ya vas. La sola idea da risa; doña Roxy se siente nuestra abnegada madre, sufrida, paciente, callada. Pero no como las de verdad, las que se dejan la piel de la madrugada a la noche atendiendo el sinfín de tareas que requiere criar hijos y ganarse la vida en este país, sino la Evita del moño estirado, joyas titilantes y trajes Christian Dior: la Evita del Rainbow Tour.

Los políticos suelen tener una idea bastante agrandada de sí mismos. Es requisito ser megalómano para ir por ahí, proclamando por el mundo que se es una especie de mesías. Más en estos pueblos tan golpeados donde basta tener un poco de sentido común y la capacidad de distinguir a diez metros sin ver borroso, para entender que esos delirios narcisistas son un harakiri cantado.

Doña Roxana no es una excepción. Y los hechos refuerzan esa idea. Ella se asume como la estrella de un guion que se podría resumir en “chica guapa sale del anonimato, hace mancuerna con general, amasa fortuna y toma las riendas de país tropical”.

Hasta ahí el libreto es correcto. Donde empezamos a empantanarnos es cuando pretendemos saltar del thriller político al melodrama.

No se puede forzar al personaje, por mucho que la Vicepresidenta se esmere en llevar consigo un paquete de kleenex para sonarle los mocos a los niños que encuentra en los mítines o hacerle cosquillas en el mentón o la barriga.

A los guatemaltecos nos gusta (y me incluyo) exaltar a las mamás con toda la cursilería que Dios puso en nuestro corazón. El amor y los elogios los reservamos para esas mujeres que han puesto una enorme cuota de sacrificio para darnos la mejor vida posible, a menudo solas y en medio de colosales dificultades.

La reverencia es para ellas. ¿Para Baldetti? Diríjase a la sección de Memes en redes sociales.

Publicado el 12 de mayo de 2014 en www.elperiodico.com por Dina Fernández
http://www.elperiodico.com.gt/es/20140512/opinion/247158/

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