PEDRO TRUJILLO
Comentarios diversos se generaron tras conocerse la lista de seleccionados para fiscal general por la comisión postuladora. Dos sobresalen en el ranking. Uno, pone en duda la credibilidad o el trabajo de la comisión. Otro, cuestiona que la actual fiscal general no figure en la lista. A la mayoría de las sesiones públicas no asistieron personas que ahora opinan con cierta autoridad y uso interesado de vocablos o acusaciones sin pruebas. De haber estado presentes, quizá modularían sus reflexiones sustentadas más en rumores o interésmediático-ideológico que en razones fundadas, producto de la observación y vivencia directa de esas sesiones abiertas. Señalan a los comisionados por no haber incluido —que no excluido— a la candidata Paz, argumentando que tenía mayor puntuación. Olvidan que idéntico motivo podría utilizarse para otros candidatos tampoco incluidos, aunque únicamente centran la atención en ella. ¡Así llegó, sin embargo, a su puesto en el 2010, no siendo la mejor calificada ni contando con experiencia penal! ¿Serán juicios racionales y estándares o intereses personales o grupales? ¡Duda más que razonable!
Seguramente algunos comisionados recibieran instrucciones sobre cómo votar, algo incorrecto e inmoral. ¡Allá ellos con su conciencia! Probablemente otros fueron presionados —“de aquí y de allí”—, pero a muchos ni siquiera se les acercaron porque hubieran denunciado el hecho. Todavía hay, afortunadamente, valientes que no se prostituyen ni lo permiten.
Del proceso me llaman la atención dos cosas: la ausencia de un decano el día de la votación, algo anormal, a pesar de contar con certificado médico —libertad de cada quien y consecuente responsabilidad—; y —mucho más trascendente— que la actual fiscal cuente únicamente con cuatro votos de los 13 posibles. Se puede pensar que todos los comisionados son corruptos y estaban manipulados, “argumento” que algunos sostienen sin pruebas y abiertamente manifiestan con el hígado o es preciso admitir que la postulante Paz no es vista por la mayoría de profesionales como esa funcionaria independiente, eficiente y “única”, que ciertos colectivos se esforzaron en mostrar.
La ley de rendimientos decrecientes puede explicarlo. Si abona, su grama crece; si la vuelve a abonar, sigue creciendo; pero si continua abonándola, termina por quemarse y muere. Eso fue lo que pudo pasar con doña Claudia: homenajes, condecoraciones varias, apoyo explícito e inusual de embajadas, panfletos exaltándola, exitosas estadísticas manipuladas, manifestaciones de apoyo… y, ¡zas!, terminó por saturar la mente y el corazón de muchos. Además —y no hay que ocultarlo, aunque se pretende—, señalamientos graves que han sido callados o insuficientemente explicados en prensa y que algún comisionado quería apachar a toda costa (i.e. caso Colegio Alemán, donde tiene intereses y cuyo gobierno la condecoró).
No todos los comisionados están corrompidos. No todo es podredumbre, aunque desde fuera se señalan cosas más por interés que con razón. Muchos dicen que esto es “un atentado a la justicia y al Derecho”. Hablan —¡claro!— desde su concepción personal, sin analizar normas ni atender reglas del juego que ellos mismos permitieron y apoyaron. Lanzaron el bumerán, y volvió a romperles la nariz. Seguirán quejándose de lo malos que son (los otros); de lo enferma que está la justicia (cuando no les favorece); de la corrupción imperante (sin sentirse parte de ella), y de lo polarizado del país (sin advertir que lo dicen desde una esquina). ¡Quieren “justicia”, pero ajustada a sus ideologizados intereses!
Publicado el 06 de mayo de 2014 en www.prensalibre.com http://www.prensalibre.com/opinion/bumeran_0_1133286733.html
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