No hay peor ciego…

“No hay peor ciego que el que no quiere ver”, dice mi madre. Eso me lleva directamente al Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, al momento en el cual un hombre pierde la vista mientras espera que el semáforo cambie de rojo a verde. En la novela, ese primer caso de “ceguera blanca” se propaga de manera fulminante por toda la ciudad y, de pronto, todo se reduce a ciegos deambulantes u hospitalizados en cuarentena, buscando sobrevivir a cualquier precio, usando para ello la crueldad y la mezquindad.

 

Guatemala está llena de ciegos. Pasamos por un periodo de crisis profunda que requiere también de transformaciones profundas. Cinco cosas me hacen decir esto: 1. El sistema de justicia está secuestrado por las mafias, que tienen de rodillas al país, sean estas de cuello blanco o negro. 2. La seguridad ciudadana, desde la alimentaria hasta la física, está seriamente amenazada en nuestro cotidiano. 3. Las violaciones de todo tipo a los derechos humanos siguen siendo una práctica en comunidades de todo el país. 4. La vida no vale nada, al punto de haber normalizado las formas de violencia más aterradoras sin inmutarnos; y 5. Estamos desunidos, no somos redes construyendo una nación sino una pedacería de manos implorando o haciendo dinero para apagar fuegos.

Ante ello tomo prestadas las palabras de Saramago, cuando alerta sobre “la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron”. Y yo agregaría que no solo hay que tener ojos, sino tener boca para nombrar lo que se observa y cabeza para interpretar los hechos con lucidez. Recuperar la lucidez y rescatar el afecto entre la ciudadanía de Guatemala es importante. Pero ¿cómo se come eso? Todas las personas, hasta las más oscuras, tuvieron un momento en sus vidas que les permitió comprender el significado de “hacer el bien”. Cuando una sociedad como la nuestra está dominada por el pánico, o sobrevive o se arrodilla. Por eso lo primero es hablar de nuestros miedos y luego hacer cosas para vencerlos y crear una cultura distinta.

Para ello necesitamos instituciones sólidas en el marco de un Estado de Derecho. No tenemos ni las primeras ni lo segundo. Hay que exigir reformas a la Constitución y a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, pero no en las condiciones actuales. Hay que romper con la corrupción endémica que nos cruza en todos los niveles y quebrar la impunidad por el centro; ambas cosas piden el fortalecimiento del sistema de justicia. Un sistema de justicia guatemalteco que, además, sería tema para otra novela, aunque en este caso surrealista. Tenemos que asegurarnos de que todos los habitantes de este país coman, vivan bajo un techo seguro, tengan afecto y se eduquen, como mínimo. Necesitamos romper con la cultura de esclavitud, discriminación, opresión y exclusión que venimos arrastrando. Tremendo desafío, más aún sabiendo que en el país de los ciegos, los tuertos son reyes.

“Hay en nosotros una cosa que no tiene nombre, esa cosa es lo que somos”, dice uno de los personajes de la novela de Saramago. Lo que somos es lo que, estando ciegos, no podemos ver, y eso lo descubrimos solo cuando abrimos los ojos y nos nombramos de otra manera.

Publicado el 10 de abril de 2014 en www.prensalibre.com por Carolina Escobar Sarti 
http://www.prensalibre.com/opinion/peor-ciego_0_1117688223.html

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