¿Qué tal un Gobierno sin marxistas?

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Ricardo Méndez Ruiz

Hacer algo distinto para obtener resultados diferentes.

El miércoles próximo será presentada en la librería Sophos, a las 19:00 horas, el libro Guatemala en llamas, del mayor Gustavo Adolfo Díaz López. Se trata de un compendio muy completo sobre los antecedentes, causas y desarrollo del conflicto armado, que en esta segunda edición actualizada incluye un sesudo análisis que abarca desde la Firma de la Paz, hasta hace apenas algunos meses.

 

“En el periodo denominado de apertura democrática, ha habido siete gobiernos electos de manera transparente, además de otro que fue designado por el Congreso de la República. En todos ellos fue notoria la presencia de numerosos miembros de la URNG quienes, derrotados en la guerra, han sido exitosos en su afán revanchista a través de la política”.

Este párrafo del libro del mayor Díaz llamó mi atención debido a que encierra una gran verdad, ya que los marxistas han sido rechazados a lo largo de 25 años de manera tajante por los guatemaltecos en las elecciones generales; sin embargo, siempre han sabido colarse hasta las más altas esferas del poder Ejecutivo, desde donde han tenido un indiscutible poder de decisión. El ejemplo más claro es el del gobierno del general Otto Pérez Molina, quien durante la contienda electoral que lo llevó a la presidencia vendió a los electores la imagen de un candidato de centro derecha, para terminar entregando un gobierno plagado por marxistas que jamás aparecieron a su lado durante la campaña presidencial. Personajes que han tenido qué ver en conflictivos intentos de reforma agraria solapada, reforma fiscal fracasada, diálogos infructuosos y un erróneo manejo de los asuntos internacionales de nuestro país.

La reflexión aquí entonces debe ser ¿por qué no darle a Guatemala la oportunidad de hacer algo diferente para tratar de obtener resultados diferentes? Yo creo firmemente que sí es posible; definición es lo que falta –y esto incluye también a la izquierda–. Las elecciones presidenciales, increíblemente, están a la vista, sin que se vislumbre en el horizonte más que nubes grises. Por un lado, una propuesta que se presenta a sí misma como una grotesca broma de mal gusto y por otro, el de alguien que ya antes cogobernó, dejando al país sumido en una confrontación ideológica y en otro ejemplo de impunidad rampante ante la protección de una fiscal general comprometida en encubrir graves actos de corrupción.

Qué tal un Gobierno de derecha, sin marxistas enquistados en sus entrañas. ¿Excluyente?, no; solamente soy un ciudadano que ya no quiere más estafas políticas. Si la barrera del tres por ciento en las elecciones no logra ser franqueada por la izquierda radical en Guatemala como de sobra logró hacerlo en El Salvador, no es problema del 97 por ciento restante que no los queremos.

Publicado el 25 de marzo de 2014 en www.elperiodico.com.gt 
http://www.elperiodico.com.gt/es/20140325/opinion/244755/

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