Ramón Parellada
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd), líder mundial en la lucha contra las drogas ilícitas y el crimen internacional, indicó en un informe reciente que “la despenalización del consumo de drogas puede ser una forma eficaz de descongestionar las cárceles, redistribuir recursos para asignarlos al tratamiento y facilitar la rehabilitación (EFE).Este documento se preparó para una reunión clave la próxima semana en Viena. Es novedoso porque por primera vez reconocen, en cierto sentido, que la guerra contra las drogas no ha cumplido con sus objetivos y proponen la despenalización de su consumo. Reconocen que ya no se debe tratar a los consumidores como delincuentes.
En algunos estados de Estados Unidos se despenalizó ya el consumo de mariguana además de su venta y producción. En América Latina, Uruguay legalizó la compraventa, cultivo y consumo de mariguana. En algunos países de Europa, el consumo de estupefacientes no está criminalizado y entre los resultados más notables está la disminución de la criminalidad.
Aunque la noticia de este documento indica que el consumidor ya no sea considerado un criminal, se sugiere que se le considere como un “paciente en tratamiento”.
Considero esta noticia un avance en el camino correcto, un avance tímido, pero importante al venir de una agencia que ha sido la más fuerte en la guerra contra las drogas. ¿Por qué digo tímido? Por varias razones que considero le faltan al documento y que podrán ser sujetas de otros análisis en el futuro cercano.
En primer lugar, al consumidor de drogas no se le debe considerar un “paciente en tratamiento”. No todos los que consumen drogas sufren los efectos de una adicción al igual que no todos los que consumen alcohol o fuman eventualmente se les podría llamar enfermos alcohólicos o de tabaquismo. Como en todas las cosas, los excesos llevan a situaciones en que podría una persona volverse adicta y que le afecte su salud. Por ello, no creo que cualquier consumidor deba caer bajo esta calificación, pero sí entiendo que hay algunos que en vez de que se les trate como criminales se les considere personas que podrían necesitar ayuda para salir de sus adicciones.
En segundo lugar, nunca me ha hecho sentido el despenalizar el consumo sin a la vez despenalizar la producción y compraventa de las drogas. Al despenalizar el consumo se da un paso a medias porque al fin y al cabo el consumo es la demanda y esta provoca, a través del mecanismo de los precios, que aparezcan oferentes, esté o no prohibida su producción y compraventa. En Latinoamérica urge despenalizar no solo el consumo sino su producción, transporte, distribución y venta. De lo contrario, seguiremos sufriendo las luchas sangrientas entre cárteles de narcotraficantes y la corrupción de quienes trabajan en las instituciones de justicia y seguridad de nuestros países.
Como un tercer punto, no basta despenalizar la mariguana como lo han hecho ya algunos países del mundo, hay que despenalizar todas las drogas. El efecto de la prohibición seguirá creando esos mercados informales o ilegales que se vuelven muy peligrosos mientras exista una fuerte demanda y se le considere un delito su producción, distribución, venta y consumo.
Y por último, si se libera el consumo que se haga en forma global, no solo para usos médicos y científicos sino también para recreación o lo que quiera el consumidor. Es una hipocresía y seguirá siendo un fracaso el no reconocer que la responsabilidad de lo que cada persona hace con su vida es de ella y de nadie más, y que puede consumir lo que quiera siempre y cuando no afecte los derechos de los demás.
Publicado el 13 de marzo de 2014 en www.s21.com.gt http://www.s21.com.gt/hacia-libertad/2014/03/13/drogas-despenalizacion-consumo
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