Mientras tanto, sigue corriendo sangre en el país

Probablemente, el crimen cometido contra el director de la cárcel Fraijanes II, José Vidal Sarceño, de 52 años de edad, y ocurrido en el kilómetro 17 de la ruta a El Salvador, sea uno de los más notorios mediáticamente. Sin embargo, para tristeza nuestra, estuvo lejos de ser un hecho aislado.

Solo en las últimas horas, ese recuento mortal termina siendo nutrido. Por ejemplo, trascendió la muerte, tras un ataque a tiros en Huehuetenango, de un familiar del presunto narcotraficante conocido como Guayo Cano.

El cadáver de un joven, en la colonia La Florida, en la zona 19 capitalina, es otro hecho violento que se une al de una propietaria de una tienda que murió acribillada en Villa Nueva, supuestamente, por no pagar una extorsión.

No se trata de casos muy capitalinos o cercanos al área metropolitana, pues también las autoridades dan cuenta del crimen de una pareja de esposos en Pasaco, Jutiapa, y del trabajador de un centro de salud que fue asesinado a tiros cuando regresaba a su casa, en Moyuta, también en ese departamento oriental.

Otro caso que conmocionó en las últimas horas fue el de tres personas, incluido un menor de edad, acribillados a tiros en Esquipulas, Chiquimula, cuando retornaban de un rezo, luego del asesinato reciente de una tía.

La lista de sucesos es interminable. El punto, además, no pasa solo por las cifras, pues igualmente es desalentador para la ciudadanía que en una jornada mueran 11, 15 o 19 personas.

Lo verdaderamente grave es que se trate de hechos en los cuales impera la impunidad sin que, al menos de manera contundente, se abrigue la esperanza de tener una disminución significativa de los casos que engrosan los voluminosos archivos de los expedientes de crímenes con los no capturados, no procesados y, por lo tanto, no sentenciados.

Habrá que darle tiempo debido a los ofrecimientos de una seguridad ciudadana derivada de las incorporaciones de nuevos agentes y oficiales a la estructura policial, a lo que se une el armamento, tecnología y demás logística que se pone al servicio de esos cuerpos especializados. Sin embargo, por ahora se requiere de redoblar esfuerzos y de repensar prioridades para detener desde ya ese baño de sangre.

Es de suponer que una solución milagrosa está muy lejana, pero sí hay expectativas entre los pobladores, sean urbanos o rurales, de esfuerzos más valientes y mejor pensados para ir poniéndole un alto a la delincuencia. Por ahora, y lo decimos con tristeza, la sangre sigue corriendo.

Publicado el 27 de febrero de 2014 en www.prensalibre.com por Editorial SigloVeintiuno
http://www.s21.com.gt/editorial/2014/02/27/mientras-tanto-sigue-corriendo-sangre-pais

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