A dos años de Hambre Cero

El segundo Informe Presidencial debió haber cubierto la necesidad de informar y rendir cuentas sobre los logros con el Pacto Hambre Cero. No lo hizo. Y, aunque la liviandad del Informe no lo deja ver, Hambre Cero sí cuenta con un plan de implementación que está escrito, que define estrategia, componentes y subcomponentes (PHC). Llega inclusive a exponer una matriz de 138 intervenciones específicas que son las que deben estar llegando directamente a la gente en los 166 municipios priorizados. Se podrá estar de acuerdo o no con el enfoque del Plan,

pero el que exista y por escrito, es positivo. PHC en particular —a diferencia de otros planes— sí cuenta con respaldo y con recursos humanos, institucionales y financieros; con sistemas de información estadística y condiciones para hacer estudios especializados, tales como encuestas de micronutrientes y encuestas nutricionales como la que ejecutará el INE próximamente (y de la que poca noticia se tiene). Se paga con recursos públicos —impuestos, donaciones y préstamos—. Queremos saber qué están logrando con nuestro dinero.

El PHC tiene también el interés y apoyo por parte de entidades privadas y de la cooperación internacional. Por ejemplo, en la página web de la Sesan puede encontrarse un estudio que podría considerarse una “línea de base”, dirigido por uno de los más prestigiosos expertos en el tema con que cuenta el país. Este estudio nos aporta algo fundamental para establecer la efectividad del PHC: una medición inicial de la situación de desnutrición crónica en la niñez antes del arranque del Plan en los municipios priorizados. Muestra, entre otras cosas, que la prevalencia de desnutrición crónica en varios de esos municipios, está muy por encima de la cifra promedio nacional de 49%, y que la Ventana esperable de 1,000 días para prevenir que se instale este flagelo en la niñez, se reduce todavía más en nuestro contexto, dada la vulnerabilidad extrema que tienen las mujeres y sus hogares en estos territorios.

Todas estas condiciones para ejecutar no son nada despreciables, por lo que es absolutamente inaceptable que el público en general no tenga acceso a información y conocimiento sistemático —no mediático—, periódico y actualizado de lo que está pasando con PHC. Esta debe ser, además, de fácil y libre acceso a cualquiera, al menos por medio de la web.

¿Qué puede explicar reportar acciones, en lugar de procesos y resultados?: a. No se está recolectando información (poco probable); b. lo que se registra no responde a lo que se requiere (probable); c. el Plan no se está ejecutando de manera homogénea y la información disponible evidencia esa falta de integralidad, crucial para la efectividad de la estrategia de la Ventana de los Mil Días, en que se basa PHC (muy probable); d. no hay armonización entre las intervenciones de este componente y el que llaman de “viabilidad y sostenibilidad”, que refiere a mejoras de condiciones sanitarias de los hogares y las escuelas, y al fomento de la producción y acceso al alimento por parte de beneficiarios y pequeños productores agrícolas (altamente probable); e. Se recolecta la información requerida y de la manera adecuada (hay un registro de beneficiarios e intervenciones), pero esta se comparte muy selectivamente (altamente probable).

Cualesquiera las razones, ninguna se vale. El libre acceso a la información pública es un derecho ciudadano, no un privilegio. Sesan debe preparar a la brevedad un informe oficial sobre lo avanzado con PHC, y solicito que el mismo sea de acceso público, no privilegiado.

 
Publicado el 26 de febrero  2014 en www.prensalibre.com por Karim Slowing
http://www.prensalibre.com/opinion/anos-Hambre-Cero_0_1091890874.html

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