Mejor solo que mal acompañado

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Hugo Maul R.

Creer que la economía informal se puede reducir con el monotributo, un grave error.

Pretender reducir la complejidad del problema de la economía informal a su dimensión tributaria, es un grave error. La economía informal es una muestra de la disfuncionalidad del ordenamiento jurídico, político y económico del país; la poca capacidad de adaptación de este ordenamiento a los cambios que experimenta el mundo, y por ende Guatemala, es la razón que explica la creciente desconexión entre los modelos ideales que inspiran a dicho ordenamiento y lo que sucede en la realidad. El hecho que la informalidad económica sea la regla, y no la excepción, debería ser motivo de profunda reflexión para quienes se oponen a la adaptación de instituciones económicas clave, tales como la legislación laboral, la seguridad social, el Código de Comercio, las regulaciones en materia tributaria, etcétera.

 

La magnitud de la economía informal es la prueba más clara de la poca correspondencia que las instituciones mercantiles, laborales, tributarias y de seguridad social guardan con la realidad. No hay otra forma de explicar que más del 75 por ciento de todas las personas ocupadas laboren en la informalidad; las instituciones laborales probablemente estén cumpliendo cualquier otro objetivo, menos el de promover el empleo entre los guatemaltecos y facilitar el acceso de los guatemaltecos a la seguridad social. Tampoco hay otra forma de entender la contribución de la economía informal a la producción; la regulación económica existente probablemente sea funcional para un determinado grupo de empresas, pero no para los cientos de miles de micro y pequeños empresarios y trabajadores por cuenta propia que contribuyen con más del 25 por ciento de todo lo que produce el país.

Dadas las características de los negocios que operan en la economía informal, no es una sorpresa que sea la norma. Por ejemplo, según el Monitor Global del Emprendimiento (GEM) aproximadamente un 85 por ciento de todos los emprendedores en Guatemala invierten menos de Q10 mil en sus negocios y un 50 por ciento menos de Q4 mil; Además, más de la mitad de todos ellos no generan más que su propio empleo, ganando, en promedio, menos que el salario mínimo. Este tipo de actividades económicas tienen su origen en la falta de oportunidades laborales, es casi seguro que cualquiera de estas personas preferiría tener un empleo formal a trabajar en la informalidad. Si a esta falta de oportunidades se suman los altos costos asociados con el cumplimiento de las regulaciones económicas existentes, y los escasos beneficios esperados derivados de dicho cumplimiento, no es una sorpresa que la informalidad sea la regla. Muchos elementos de la legislación laboral, tributaria y mercantil no son más que puras ficciones teóricas que no corresponden a la realidad que afrontan millones de personas que operan en la informalidad. Creer que la economía informal se puede reducir con una sola acción, tipo el monotributo, constituye un grave error. Para este tipo de soluciones, mejor no hacer nada.

Publicado el 25 de febrero de 2014 en www.elperiodico.com
http://www.elperiodico.com.gt/es/20140225/opinion/243194/

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