Políticas politiqueras

ALFRED KALTSCHMITT

A propósito de querer aumentar salarios y aprobar políticas económicas sin tomar en cuenta factores de productividad, considero que es saludable mirar hacia fuera para aprender de las leyes del mercado que “sin embargo se mueven”… Y es que el hechizo encantador para cometer perfectas estupideces en materia de políticas económicas nunca deja de ser una tentación en algún país del globo terráqueo para aquellos políticos con ansias de capitalizar votos politiqueros. Sea Venezuela con la emisión de decretos para establecer los precios de electrodomésticos y productos de la canasta básica y atacando a los sectores productivos con toda clase de restricciones. Resultado: masivos saqueos, comercios cerrados sin capacidad de reponer sus inventarios. La escasez ha triplicado los precios de los electrodomésticos. Ahora solo algunos pocos “afortunados” con conexiones en el Gobierno y aduanas controlan el mercado. Las estanterías de los supermercados están vacías hasta de papel higiénico. Los productos de la canasta básica tienen precios oficiales “bajísimos” pero no se encuentran en ningún expendio —sino a precio de mercado— en improvisadas ventas callejeras. En el 2013 Venezuela obtuvo la calificación de mayor riesgo país.

Sea en Argentina con la pretensión de la presidenta Fernández de controlar el valor del dólar por la vía de un “corralito”, —decisión que a la larga ha salido mas cara que la libre flotación— y diversas políticas fiscales absurdas que han afectado grandemente la economía. Resultado: Argentina tuvo la economía con mayor inflación de Latinoamérica en el 2013 y entre las primeras más altas del mundo. La producción agrícola ha bajado 50% por los altos costos de insumos —adquiridos a precios de “corralito”— y el tener que vender a precios de pesos devaluados. Los trabajadores estatales exigen aumentos de hasta 35%. El servicio de energía eléctrica colapsó recientemente por casi dos semanas. El Estado subsidia la energía eléctrica con más de US$11 millardos al año. Todo lo anterior ha mermado las reservas internacionales de Argentina de US$50 a US$30 millardos.

Como si la mejor opción para enfrentar la crisis fuese lanzar cortinas de humo, el oficialista y presidente de la Cámara de Diputados del Parlamento argentino Julián Domínguez, propuso trasladar la capital del país, de la ciudad de Buenos Aires, al norte del territorio, esgrimiendo razones económicas de carácter estratégico.

Sea en Cuba abriendo la “libre” importación de automóviles nuevos, pero imponiendo precios a nivel de aeroplanos. La supuesta liberación de pequeños negocios llamados “cuentapropistas” ha funcionado a medias; tienen que comprar todos sus insumos —o al gobierno, o en el mercado negro—, contradiciendo la razón de ser de esta innovadora modalidad. “Hay que limitar la expansión del capitalismo”, dijo Raúl. El resultado: Más de la misma escasez de siempre y una continuada inflación que limita la capacidad de compra.

Guatemala tiene grandes riquezas para explotar. Tenemos un enorme potencial de generación hidroeléctrica. Proyectos, con estudios de factibilidad finalizados y en puerta, que no alteran ni impactan el medio ambiente, incluyendo la socialización con las comunidades vecinas. Pero algunos grupos contestatarios se oponen por motivos políticos.

Poseemos grandes yacimientos de minerales. Más de 120 países del mundo explotan “correctamente” sus recursos minerales. Guatemala podría hacerlo bajo modalidades de alianzas público-privadas con enfoques de rendimiento y costo-beneficio mucho más favorables a nuestro país que los actuales.

Pero nuestra mayor amenaza somos nosotros mismos. El sistema político actual es incapaz de intermediar entre los intereses de la población y los grupos de poder. Aunque cada vez hay más conciencia que tenemos “tormentas perfectas” alrededor de temas de desarrollo humano.

Si todos los sectores no coincidimos en una hoja de ruta innovadora que contemple un plan de país de largo plazo incluyendo una verdadera institucionalidad democrática, seguiremos dando vueltas como sonámbulos, inconscientes que por el momento estamos viviendo dentro del ojo del huracán.