La urgencia de un pacto político

El comienzo de este año 2014 es propicio para pensar en el futuro del país desde la perspectiva de las consecuencias a corto, mediano y largo plazos de las actitudes y las decisiones tomadas por los diversos sectores nacionales. Es evidente el riesgo de la ingobernabilidad, no solo en el campo político, sino en el de la predecible inviabilidad del país si no se hace algo para detener los retrocesos, percibidos o reales, que se manifiestan al ver alrededor.

Guatemala se encuentra en este momento a pocos pasos de una encrucijada. Su caso es parecido al de otros países que por diversas razones han llegado al fondo, o que han debido actuar para evitarlo. Ello pasa necesariamente por la decisión consciente de las dirigencias en todos los campos, con la base de una cesión parcial de determinados derechos o intereses en función del bien común, ya sea cercano o a alguna distancia cuya longitud resulta claramente imposible de predecir.

Es esa renuncia, esa voluntad es el resultado de aplicar la responsabilidad tanto individual como de grupo, de facción o de sector social. No existe otra opción: si no se actúa de tal manera, es imposible evitar la catástrofe, la tragedia, manifestada sobre todo en la pobreza, el atraso y el lacerante subdesarrollo que carcome de manera tan clara el futuro de los países colocados en las condiciones de Guatemala.

Ese pacto general debe estar integrado por varios pactos en algunos campos específicos. Entre ellos sobresale el referente al campo de la práctica de la política, manifestada en la lucha tanto preelectoral como la realizada en el interior del Congreso de la República. Las batallas peleadas dentro de sus muros tienen la particularidad de provocar consecuencias que afectan por mucho tiempo, o para siempre, la vida de la totalidad de los ciudadanos.

El analfabetismo e interés políticos reinantes entre la población les impide a sus integrantes comprender la relación directa entre las decisiones que son tomadas por una serie de personas, los diputados. En su mayoría, ellos son perfectos desconocidos para los votantes, a causa del peculiarmente malo sistema de elección de los parlamentarios. Solo algunos sobresalen, y la mayoría de veces se debe a sus acciones incorrectas, ilegales, ridículas y, en general, irresponsables, al convertirse en simples marionetas que actúan según las órdenes de quienes en la práctica son los dueños de los partidos, tanto el oficial de turno como aquellos de la así llamada oposición.

Es necesario hacer estas reflexiones porque uno de los primeros pactos que debe ser realizado es el de cómo actuarán los partidos en el parlamento. Si siguen haciéndolo como hasta ahora, poca duda cabe de que la ingobernabilidad está cerca y que incluso se puede tener el riesgo de la intromisión de algún gobierno totalitario vía elecciones, con el agravante de llegar según instrumentos democráticos cuya esencia ha sido burlada. Es una decisión para la que se requiere responsabilidad y sobre todo un criterio de estadista, no de politiquero. Es difícil, pero no imposible. Y, sobre todo, no hay alternativa.

Publicado el 03 de enero de 2014 en www.prensalibre.com Editorial Prensa Libre
http://www.prensalibre.com/opinion/urgencia-pacto-politico_0_1059494074.html

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