Todos pagamos el “Show de Sipi”

El derroche de fondos públicos.

Ciertamente no es la primera vez que, de forma insolente, un Gobierno promueve la figura del candidato oficial –real o probable– utilizando fondos del peculio público. Quizá lo diferente, ahora, es que estamos en “período de austeridad y transparencia”, y que los ciudadanos seguimos al borde del hastío. Corroborar el dicho, es fácil, basta rápida mirada a los noticieros de televisión y toparse con Alejandro Sinibaldi inaugurando obra pública, dando banderazos de salida o recibiendo mensajes de madres que vivieron angustiadas por la pretérita falta de vivienda, hasta que Súper Sipi apareció y solventó tan penosa situación; ni qué decir de los halagos de pilotos de camión, o aquel vecino para el cual “su calle” es la más importante y esta fue rápidamente chapuceada o asfaltada –según la propaganda–, por el sonriente ministro de Obras Públicas.

 En contraposición: baste con recorrer “los caminos de la patria”, para constatar lo derruido de las carreteras; testimonio de aquello es el tramo entre Cuatro Caminos y Huehuetenango, este, entre baches y hundimientos añejos, hace del bello paisaje un tránsito sufrido y peligroso. Lo que sí abunda en las rutas son los rótulos que anuncian Micivi trabajando u obra terminada. No importa –supongo– si quien la terminó fue el Gobierno anterior; este es el caso de la ruta de Chimaltenango a los Encuentros, en la cual estos engañosos avisos se multiplican. De caminos rurales, ni hablar, simplemente no existe inversión seria en ellos; Sáctela, en Cobán, Alta Verapaz, estancia a donde se trasladarán pronto algunas de las familias desalojadas del Valle del Polochic, no tiene ruta de acceso ni para tractor. El camino de Colotenango y hacia San Idelfonso Ixtahuacán, en Huehuetenango, solo tiene destellos de un asfalto, ahora fantasmal.

 Así que –el producto de– la reforma fiscal, esa que lo único que logró fue ajustar a los asalariados, más los préstamos con cargo a nuestros nietos, se dedican a financiar la imagen del Ministro Presidenciable, de haberlo previsto, no habríamos apoyado esa mueca de reforma fiscal. Por un lado se explica que no se tiene dinero, solo para salarios, soldados y policías, y por el otro despilfarro en propaganda: de frente con el Presidente, la Vice y sus “noticias”… promoción del candidato. En fin, la campaña de Sipi es impunidad pura. Intentar –con plata ajena– transformar en ganador a un derrotado político, debe ser sancionado por la Contraloría General de Cuentas y el Tribunal Supremo Electoral. La vindicta social llegará en su momento.

Publicado el 12 de diciembre de 2013 en www.elperiodico.com.gt por Helmer Velásquez
http://www.elperiodico.com.gt/es/20131212/opinion/239522/

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