¡Basta ya de ser espectadores!

La indignación por los escándalos de corrupción y el abuso de poder en el sector público se está generalizando en todos los países del mundo. La gente ha decidido tomar las calles y protestar contra el despilfarro, la opacidad, el enriquecimiento ilícito, la sobrevaloración de la obra pública, el aumento de los impuestos antieconómicos, la burocratización, el sobreendeudamiento público, el alza del costo de vida, el desempleo, el fraude y demás. 

En todos lados, la gente está en movimiento, especialmente la clase media (profesionales, estudiantes universitarios, maestros, trabajadores calificados, medianos y pequeños empresarios), cansada de ser esquilmada y empobrecida por los desmanes de una clase política codiciosa e inescrupulosa.

 En Bulgaria, Italia, Francia, España, Gran Bretaña, Perú, Grecia, Portugal, Turquía, Argentina, Brasil, EE. UU., México, Egipto, etcétera, la gente está mostrando con energía su hartazgo e indignación con los políticos, que sustituyeron el bien común por el lucro como fin del ejercicio del poder.

 Luego, los hasta ahora “sin voz” que han venido pagando la fiesta de los políticos y sus financistas, así como la degeneración de la acción política, han decidido poner un alto y ejercer a plenitud sus derechos fundamentales de manifestación y de legítima resistencia contra la opresión. El lema es: ¡Basta ya de ser espectadores y víctimas del desgobierno y del saqueo!

 En Guatemala, la clase media está pagando por los “platos rotos” del sobreendeudamiento público, del despilfarro y de la corrupción galopantes, del enriquecimiento ilícito, del clientelismo político (intercambio de favores por votos y apoyo político) bajo el ropaje de “programas sociales”, del abuso de poder de los funcionarios, del descaro de los diputados alquilados, de los impuestos arbitrarios y antieconómicos recetados por activistas improductivos que viven de la “cosa tributaria”, de los contratos y concesiones de servicios públicos amañados, así como padeciendo los rigores de la erosión del poder adquisitivo (de compra), derivada del alza generalizada de precios y del desempleo o subempleo.

 Mientras tanto en el sector público sigue la grotesca e impune danza de los millardos (miles de millones). Los políticos y sus financistas se siguen repartiendo el botín político a sus anchas, sin que la “politizada justicia” los alcance. Los privilegios y los negocios ilícitos al amparo del poder público también abundan y prosperan. Por tanto, resulta elocuente que la realización del bien común no es el objetivo de la clase política que tiene sojuzgada a la sociedad, sino el ánimo de lucro, ni más ni menos. La cleptocracia se ha instalado en Guatemala, con ánimo de permanencia, y si nos dejamos terminará esclavizándonos. ¡Indignémonos!

Publicado el 02 de diciembre de 2013 en www.elperiodico.com.gt por Editorial El Periódico
 http://www.elperiodico.com.gt/es/20131202/opinion/238927/

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