Sigue mala imagen de la Corte Suprema

Luego de la casi increíble cantidad de 56 intentonas, los magistrados de la Corte Suprema de Justicia se pusieron de acuerdo para llevar a la breve presidencia de ese órgano del Estado a su colega José Arturo Sierra, lo que, si bien puso fin a un impasse que se prolongó por semanas, poco hace para reponer el ahora tan deteriorado prestigio del cuerpo colegiado legal que tiene a su cargo ejercer la mayor magistratura del país.

Esta situación no es consecuencia de las características personales de quien fue electo y ahora ha sido objeto de felicitaciones y de expresiones de alegría. No hay motivo, en realidad para ninguna de ambas reacciones. La realidad indica que durante 56 veces los magistrados se enfrascaron en una posición intransigente que provocó justificadas demostraciones de estupor y de rechazo, sin que, para asombro generalizado, fueran acatadas por los integrantes de la Corte Suprema.

La Corte de Constitucionalidad, en una acción sin precedente a causa de la inaceptable situación, ordenó que se declarara una sesión permanente, la cual también estuvo llena de peculiaridades, porque tenía un horario específico. A consecuencia de esto, los magistrados no merecen aplausos, sino críticas y reprimendas por el tiempo que se tardaron para llegar a la conclusión del 28 de noviembre pasado.

Se podrá argumentar que esta situación es resultado directo de haber decidido que la presidencia de la CSJ fuera anual, en vez de tener una duración más prolongada, como se realiza en numerosos países, donde las magistraturas tienen calidad de vitalicias. Esta posibilidad resulta ser muy difícil en nuestro país, donde por infortunio es imposible evitar que los puestos demasiado largos en el tiempo se conviertan en la práctica en una especie de licencia para realizar cualquier tipo de desmanes, lo cual le queda claro a cualquier ciudadano guatemalteco.

La lucha interna llevada a tales extremos por los magistrados dentro de un cuerpo jurídico de tan alta jerarquía hace pensar en las causas que provocan esa situación. Una posibilidad es el ego, al poder agregar a su hoja de vida ese cargo de presidente de la CSJ. Otra, más creíble pero lamentable, es que los magistrados de alguna manera tienen tendencias favorables a ciertos sectores, y eso hace recordar temas como las comisiones de postulación, que se han convertido en lugares para colocar a representantes de determinados intereses económicos y políticos.

El magistrado José Arturo Sierra tiene ahora una tarea de importancia: recuperar la buena imagen y el buen nombre de la CSJ. Eso se logrará de varias formas: por un lado, la aplicación pronta y sólidamente fundada de la mayor cantidad posible de casos. Y la otra, actuar de tal manera que se pueda iniciar el largo y sinuoso camino de enfrentar la reacción negativa de los ciudadanos por las ya mencionadas 56 sesiones. La elección del año entrante debe realizarse en el marco de comprender el alcance de las posiciones intransigentes, que solo contribuyen a aumentar la decepción de los ciudadanos en las instituciones nacionales.

Publicado el 02 de diciembre de 2013 en www.prensalibre.com por Editorial Prensa Libre
http://www.prensalibre.com/opinion/Sigue-mala-imagen-Corte-Suprema_0_1040296045.html

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