La náusea

“País patas arriba”.

La figura de un insecto con sus patas para arriba, que no puede dar la vuelta y seguir su rumbo, es la que se me viene en mente cuando pienso en el tema del presupuesto nacional. Tristemente, así veo al país. A la hora y día que escribo este artículo no se sabe aún si el cuestionable préstamo por US$237 millones, y el ridículo presupuesto por Q70.6 millardos, será finalmente aprobado o no, aunque todo apuesta a que justamente a última hora y sin ningún análisis realmente de fondo, el Gobierno se saldrá con la suya. En la edición de ayer de este matutino, Jose Rubén Zamora, en un capítulo más de la saga de artículos que ha escrito sobre el tema, devela quiénes son los “protagonistas en la historia de la infamia política del país”. Aunque asumo que hay mucho más protagonistas que los diputados, el presidente de este matutino ayer quiso hacer énfasis en los “padres de la patria”; en los “representantes del pueblo”. Aparecieron, cual álbum de Mundial, las fotos de 84 diputados, con nombre y apellido, y el distintivo y designación del “partido político” al que pertenecen. No sé si alguien realmente compraría las “estampitas” de estos personajes, pero en todo caso, esa entrega gratuita de la colección fotográfica me sirvió para darme cuenta, o recordarme, de algunas cosas muy tristes de nuestro fallido Estado. Darme cuenta, por ejemplo, que de esos 84 diputados, con mucho, pero mucho esfuerzo, yo hubiera podido recordar y nombrar a un total de 14 diputados. Es decir, no tengo idea realmente de quiénes son “nuestros padres de la patria”, porque ¡tampoco me iría muy bien con los otros 74 diputados que no aparecen en la foto! Atribuyo mi ignorancia política en este sentido, a que los seudopartidos políticos que tenemos no son democráticos y no hacen ninguna labor interna de preselección de los mejores aspirantes a curules. Y de lo que me recordé, con más malestar que nunca, es del transfuguismo político, corolario de lo que justamente mencionaba antes: no hay verdaderos partidos políticos serios, con ideología clara y con programas permanentes. Ese transfuguismo es tan impresionante, que no lo podrían creer en otros países. Simplemente, este profundo extravío institucional, que en mi opinión atenta contra varios principios y valores constitucionales, es lo que permite que el congreso (sin “c” mayúscula), sea realmente, hoy, un auténtico mercado. Creo, de verdad, que Guatemala ya es un Estado fallido.

 

Publicado el 29 de noviembre de 2013 en www.elperiodico.com.gt por Álvaro Castellanos Howell
http://elperiodico.com.gt/es/20131129/opinion/238795/

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