¡Alto a los préstamos!

 No obstante, el Gobierno, además del préstamo con el Banco Mundial (BM) por US$200 millones (Q1.6 millardos), pretende contratar préstamos con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por US$237 millones (Q1.9 millardos), y con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), por US$400 millones (Q 3.2 millardos).

 La preocupación del FMI coincide con la del presidente del Banguat, Edgar Barquín, quien ha expresado que este año el nivel de la deuda pública (interna y externa) alcanzará Q108 millardos, en tanto que en el 2014 llegará a Q118 millardos, si se aprueba el proyecto de presupuesto estatal que envió el Ministerio de Finanzas al Congreso. Asimismo, Barquín afirmó que la deuda pública aumenta a un ritmo de entre Q12 y Q14 millardos cada año y que, actualmente, representa el 25 por ciento del PIB.

 La deuda pública explotó durante el régimen de Álvaro Colom (2008-2012). Según el Banguat, al 31 de diciembre de 2011, la deuda pública interna se situó en Q45.7 millardos, en tanto que, al 31 de diciembre de 2007, se situaba en Q24.2 millardos, o sea que aumentó Q22.1 millardos, es decir un 86.3 por ciento. Asimismo, la deuda pública externa de Guatemala, al 31 de diciembre de 2011, se situó en US$5.6 millardos (Q44.8 millardos), en tanto que, al 31 de diciembre de 2007, ascendía a US$4.2 millardos (Q33.8 millardos), o sea que en cuatro años aumentó US$1.2 millardos (Q9.2 millardos), es decir un 32.6 por ciento.

 Asimismo, según informaciones del Banguat, al 30 de septiembre de este año la deuda pública interna se situó en Q51.1 millardos, lo que significa que, desde el 31 de diciembre de 2011 (un año y nueve meses del actual período presidencial), aumentó en 13.4 por ciento, y la deuda pública externa llegó a US$6.6 millardos (Q 52.8 millardos), o sea que, desde el 31 de diciembre de 2011, se incrementó en un 18.1 por ciento.

  El déficit fiscal es la causa de este obsceno aumento de endeudamiento, que, a su vez, es consecuencia de un progresivo e incontrolable gasto público, que ninguna recaudación tributaria podrá financiar jamás. Luego, si no se rebaja el gasto, estaremos condenados a contratar más préstamos y decretar más impuestos para que los manirrotos políticos y burócratas sigan derrochando a sus anchas, sin ningún control, transparencia, calidad ni estrategia.