¿Qué debe pasar para que cambiemos?

El fin de semana tuve la oportunidad de platicar con un grupo de amigos que están, como yo y millones de guatemaltecos, preocupados por lo que nos depara el futuro del país, pues por donde sea que lo veamos, el panorama es gris en términos de desarrollo y prosperidad, salvo para algunos que han decidido jugar bajo las reglas de un sistema con incentivos perversos que premia a quien tiene menos escrúpulos y principios.

Claro está que yo no tengo la receta mágica, pero a mi juicio dos cosas son sumamente importantes para que el país puede empezar a enderezar el rumbo; la primera es que los ciudadanos debemos estar decididos a jugar un papel diferente que pasa por realizar lo correcto por mucho que cueste. Debemos volvernos menos tolerantes ante las grandes injusticias y la corrupción  e inclusive debemos dejar por un lado el acomodo que a veces parece necesario para sobrevivir sin luchar contra la corriente.

Como es natural, una sola persona pensará que su actitud no será suficiente, mas hay dos cosas que no podemos perder de vista: La correcta actitud de cada individuo no será suficiente pero sí sienta las bases sobre las que debemos edificar el cambio y además, nos debe servir para ir generando conciencia y consensos con nuestros allegados de la necesidad de mantenernos fieles a nuestros principios e ideales. Sin eso no habrá posibilidad.

Para ejemplificar lo que hace el poder ciudadano y el convencimiento que éstos puedan tener respecto a su habilidad de cambiar e incidir en el futuro del país, la Primavera Árabe se ha probado como la nueva y moderna forma de revolución que ha permitido a algunos países liberarse de tiranos y dictadores que usaron el poder para su beneficio personal y el de sus familias. Esas gestas se han originado desde las redes sociales y han sido posibles porque muchos ciudadanos del mundo han dicho ¡YA BASTA! Les falta camino, pero ya han dado el paso más importante que se resume en el deseo de cambiar.
Y si se logra que la gente cambie de actitud, el segundo paso es la presión que se debe ejercer a las entidades del sector justicia y a nuestro Congreso de la República para lo siguiente: que puedan iniciar causas judiciales contra los peces gordos de la mafias de este país, en especial aquellos de cuello blanco y que utilizan el tráfico de influencias como su mejor arma; usemos para el efecto muchas de las herramientas legales existentes como la Ley Contra la Corrupción y la Ley de Extinción de Dominio.

Y al Congreso para que verdaderamente se modifiquen las reglas del financiamiento privado con el afán de hacerlo transparente y con límites. Recordemos que en campaña no solo los aportes en efectivo son condicionantes, sino también los aportes que los candidatos reciben en especie (helicópteros para los candidatos, aviones y vehículos para movilizar personal de campaña, líneas y aparatos telefónicos para sus call centers, publicidad en la TV abierta, buses para la movilización de votantes y un largo etcétera).

Probablemente el financiamiento privado no desaparecerá, pero debemos al menos tener la posibilidad de saber quién le da qué a nuestros candidatos, porque esa será la única forma que el día de mañana podremos tener una mejor fiscalización de lo que pasa con nuestros recursos.

Si logramos lo anterior, aún nos faltará mucho  más para decir que Guatemala es un país en posición de combatir de frente la pobreza, la desnutrición, la falta de salud preventiva, la carencia de hospitales y médicos más preparados, de educación y maestros comprometidos, de seguridad y policías dignificados, pero siendo tantos los problemas por algo debemos empezar y por eso nuestra actitud es vital.
Mientras la corrupción y la impunidad encuentren en nuestra indiferencia ciudadana a su mejor aliado, siempre nos seguiremos haciendo la pregunta de cómo empezar a cambiar el destino de este país. Reitero, Dios quiere mártires y no babosos y para ello, mientras más gente podamos concientizar de la necesidad de jugar un papel en el que los políticos necesiten de nosotros y no al revés, sentiremos que no estamos remando solos en contra de una fuerte corriente que urge detener.

Publicado el 05 de noviembre de 2013 en www.lahora.com.gt por Pedro Pablo Marroquín Pérez 
http://lahora.com.gt/index.php/opinion/opinion/columnas/186248-ique-debe-pasar-para-que-cambiemos

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