No es fácil, además, encontrar las huellas y las pistas, aunque uno vea que los contratos de obra y de adquisiciones del Estado van a parar precisamente en quienes fueron pieza clave del soporte financiero a la actividad política.
Por ello creemos que para entender cómo funciona el modelo hay que buscar un espejo y no hay otro mejor que el que nos ofrece España, donde el partido que gobierna, casualmente también conocido como PP, está siendo desnudado por quien fue su tesorero durante muchos años y encargado no sólo de recibir los dineros sucios y trasladarlos a los altos mandos del partido para que se hicieran millonarios aún sin llegar al poder, sino que también de llevar la cuenta de a quiénes había que cumplirles si lograban sacar a los socialistas del poder.
Aznar, Rajoy y Cospedal son nombres que se debieran de grabar en el imaginario de la sociedad guatemalteca porque encarnan, con diferente nombre y rostro, a la misma clase política que le vende su alma al diablo. Los sobresueldos que recibieron esos dirigentes, aparte de los que recibían del Estado como gobernantes, miembros del parlamento o de gobiernos locales, son los que permiten a tantos políticos adquirir mansiones, casas de recreo, aviones, autos y todo aquello que les separa del vulgo del cual salieron. El dinero sucio no se usa únicamente para campaña, sino que cubre los costosos gastos de vida de la clase política que antes de llegar al poder ya amasó fortuna, lo cual no los inmuniza porque como gallina que come huevo, al llegar al poder se vuelven insaciables.
El seguimiento de los avances de la justicia española (y de la relativa indiferencia de un pueblo al que la corrupción parece no indignar en demasía), es un buen espejo para ir viendo nuestro acontecer político, donde los caradura siempre parecen salirse con la suya.
Minutero:
La conferencia episcopal
puso el dedo en la llaga
denunciando todo el mal
y que nuestra democracia se apaga
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