Guatemala: País de la Eterna Gastadera

Hugo Maúl R.

No pasa de ser hambre para hoy e impuestos para mañana.

Aunque en el cortísimo plazo parezca que la disciplina fiscal es poco importante, en el largo plazo nadie puede vivir por encima de sus posibilidades reales de ingresos. Sobre todo países como Guatemala, tan pequeño y vulnerable a problemas económicos de origen externo; con bajas tasas de crecimiento y de inversión; marcados vaivenes políticos e institucionalidad débil. De esa cuenta, además de concentrar la atención en el nivel de déficit fiscal en el 2013 o 2014, también habría que evaluar el sendero por el cual transita el país en materia fiscal. Un déficit de 2.3 por ciento del PIB, como el que se presupuesta para el próximo año, que podría parecer manejable en el corto plazo, adquiere un significado diferente cuando se le juzga desde una perspectiva temporal mucho más amplia. Por ejemplo, si se considera que sería el sexto año consecutivo en el cual el déficit fiscal supera el 2 por ciento del PIB. O bien, si se considera que, dadas las presiones políticas derivadas del ciclo político, es bastante probable que dicho déficit se mantenga en esos niveles durante el último año del gobierno actual y durante los primeros años del próximo gobierno.

De esa cuenta, además de discutir acerca de los riesgos que conlleva un déficit fiscal superior al 2 por ciento del PIB durante el 2014, habría que discutir también acerca de los riesgos que implicaría mantener déficits fiscales de tal magnitud durante casi diez años seguidos. Escenario que, según se vislumbra el panorama político, tiene una alta probabilidad de materializarse. También sería prudente, por lo menos curiosidad histórica, considerar qué implicaciones tiene el hecho que solamente se hayan registrado un par de años con superávit fiscal durante las últimas dos generaciones. Quiérase o no, a largo plazo y contabilizando adecuadamente las obligaciones del gobierno, el presupuesto público tiene que estar balanceado. Posibilidad que rara vez se analiza en Guatemala y que nunca se toma en cuenta en la discusión política en torno a la aprobación del Presupuesto de Ingresos y Egresos del Estado.

La política fiscal no puede discutirse únicamente desde la perspectiva del ciclo presupuestario anual; buena parte de los gastos ineludibles que hoy pesan sobre el presupuesto público tienen su origen en decisiones tomadas a luz de una perspectiva cortoplacista. Por ejemplo, decisiones apresuradas en materia de financiamiento, ampliación de programas asistenciales, política salarial, contratación de funcionarios, etcétera. No basta con analizar el impacto que dichas decisiones tienen sobre el presupuesto del año en que se otorgan, muchas de ellas tienen implicaciones de carácter permanente en el gasto público. De esa cuenta, una parte importante de los gastos que hoy se financian gracias a la deuda terminan convirtiéndose en pesadas cargas para el presupuesto público en el futuro. De esa cuenta, en el mejor de los casos, el gasto público no pasa de ser “pan para hoy y hambre para mañana”. O bien, hambre para hoy e impuestos para mañana.

Artículo publicado en el diario guatemalteco El Periódico, el día martes 15 de octubre 2013.

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