Similitud entre dos leyes distintas

EN ESTE MOMENTO, EL INTERÉS de muchos guatemaltecos se centra en dos leyes. Una, la ley de los chalecos obligatorios para los motoristas, nacida a la vida jurídica del país hace dos días. Otra, la ley electoral y de partidos políticos, cuya existencia ya tiene varios años. Ambas se parecen en un hecho: la decisión de motoristas y de políticos de no obedecerlas. Los primeros utilizan esos vehículos como medio de transporte cotidiano para sus trabajos, o como una forma de diversión en los fines de semana. Se encuentran divididos entre quienes no tienen más remedio

y han comenzado a obedecerla, y quienes están dispuestos a enfrentarse de manera abierta a las disposiciones, hechas públicas desde hace algunos días y en vigor desde hace pocos.

LOS POLÍTICOS, POR su parte, de manera clara y con evidente desprecio a la jerarquía del Tribunal Supremo Electoral, se encuentran en plena campaña proselitista. Los dirigentes de los partidos han demostrado con sus diversas acciones de proselitismo para los candidatos presidenciales, eufemísticamente llamados “precandidatos”, el desprecio a la ley y a la institución llamada a reglamentar la actividad política. Gracias a ello, la propaganda partidista es un hecho y es la causa del pintarrajeo de árboles y de piedras en los caminos del país, así como las declaraciones transmitidas en medios audiovisuales de comunicación, muchas veces como parte de negociaciones a largo plazo. En suma, la campaña electoral se encuentra en su apogeo.

UNO DE LOS PUNTOS PRINCIPALES de la discusión se refiere a las multas como consecuencia de la rebelión contra las dos leyes mencionadas. Los motoristas desobedientes las recibirán gracias a la acción de miles de agentes de la autoridad pertenecientes a las municipalidades y a la Policía Nacional. No hay apelación posible y debido a los montos elevados habrá consecuencias directas para la economía del hogar de quienes serán sancionados. Por su parte, los castigos a los partidos infractores son sumas mínimas, al compararlas con el costo de la campaña y para ajuste de penas pocas veces son pagadas como efecto de las numerosas acciones legalistas de todo tipo realizadas por los equipos de abogados al servicio de políticos de todas clases.

ESTOS EFECTOS, POCA DUDA cabe, no fueron considerados por quienes decidieron tratar de evitar con esta ley la criminalidad realizada por los tripulantes de motos. La proliferación de multas se convertirá en una multiplicidad de críticas al gobierno, con el riesgo de verse obligado a cambiarla o a abolirla, es decir, a dar marcha atrás. Ya ha sucedido dos veces en el actual gobierno y no necesariamente ha sido visto como una prueba de madurez, sino de poco análisis previo. Mientras tanto, la aplicación práctica de esa ley puede comprobar muchas de las críticas ya hechas públicas por quienes no están de acuerdo con la disposición. De ser así, el rechazo será mayor entre las personas cumplidoras de las leyes y por tanto, ya propietarias de esa indumentaria, bautizada popularmente como los chalecos de la discordia.

A MI JUICIO, YA SEA PORQUE la ley se mantenga o no, con el inicio de su vigencia los automovilistas y motoristas deben tener cuidado especial para no ser protagonistas de accidentes. Esta nueva forma de circulación propicia la posibilidad de colisiones, sobre todo de carros en el momento de dar la vuelta hacia la derecha en alguna esquina. Debe quedar claro un punto: hay necesidad de hacer algo para evitar los “motocrímenes”, pero lo decidido no parece ser lo más efectivo, al menos en una teoría basada en la lógica de la realidad. Para terminar, una reflexión: al estar uniformados de anaranjado todos los motoristas, será complicadísimo tratar de identificar a los autores de un hecho criminal cuando se escabullan entre el tránsito.

 
Publicado el 27 de septiembre de 2013 en www.prensalibre.com por Mario Antonio Sandoval 
http://www.prensalibre.com/opinion/Similitud-leyes-distintas_0_1000699951.html

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