Osemos actuar diferente

Pensar diferente nos lleva a actuar diferente. Esto puede darnos la oportunidad de generar resultados diferentes a los que obtenemos cuando, neciamente, perdemos el tiempo buscando nuevos logros pero seguimos haciendo más de lo mismo. Elemental y básico, pero evidentemente difícil, dada la cultura que hemos absorbido desde nuestro nacimiento hasta la fecha. Pensar diferente para actuar diferente es una decisión personal, y como tal, solamente puede nacer desde dentro de cada persona que buscando ampliar sus horizontes.

da el paso y tiene la osadía de retar el pensamiento dominante actual para provocar cambios relevantes en su vida y en su entorno. Lo califico de osadía, sobre todo en un ambiente como el nuestro, cargado de temores e inseguridades que nos impiden ver el futuro. Es más fácil imitar y seguir el hilo conductor del pasado para proyectarlo al futuro que buscar cómo crear el futuro a partir del hoy que vivimos.

Recientemente, los guatemaltecos hemos vivido dos incidentes que demuestran precisamente una forma de reaccionar condicionada por el pasado. El accidente provocado en San Martín Jilotepeque, con saldo de decenas de muertes, en el cual se ve reflejada la indolente actitud de autoridades rectoras del transporte, ciudadanos usuarios del mismo, conductores autorizados para tan delicada tarea y sociedad en la que, en el mejor de los casos, volteamos a ver con algún enfado, pero no reaccionamos en forma enérgica para impedir que accidentes de este tipo continúen dándose y enlutando hogares al tiempo que el país pierde talentos, capacidades humanas y potencialidades importantes. Se revela el poco valor y estima que la vida humana tiene para nosotros, mientras los que mueran sean otros y no los nuestros.

Casi seguro, en pocos días otros hechos de mayor envergadura, por el escándalo público que provocan, ocuparán los espacios noticiosos, y este incidente quedará en el olvido, una nueva mesa de diálogo —camino estereotipado por el Estado y la comunidad para tapar el ojo al macho— se abrirá y seguiremos campantes por la vida, como si nada grave y solucionable hubiera pasado.

El otro incidente, no menos grave, atroz y deleznable para quienes conservamos o queremos conservar la condición básica de ser persona ha sido el de la masacre en la cantina de Ayampuc, municipio a 18 kilómetros de la Ciudad de Guatemala, en donde 11 personas fueron asesinadas. Familias enlutadas, valiosas vidas terminadas y todos los sectores reaccionando de similar manera, pero finalmente sin buscar soluciones para frenar esta vorágine de crimen que sigue alimentando en nuestra sociedad el miedo que paraliza y condiciona nuestra vida.

La explicación oficial de que el hecho haya sido perpetrado por maras no le quita la atrocidad a lo acontecido, como tampoco hace mayor diferencia si la masacre hubiera sido perpetrada por otros actores. El hecho es que desde el inicio de esta oportunidad para construir nuestra democracia, la escalada de crimen solamente ha venido creciendo en cantidad e intensidad, impactando en la ya aparente cultura de muerte a la que los ciudadanos, las autoridades y los actores de tales hechos nos hemos acostumbrado y, sin asombro y menos un asomo de indignación, volteamos la página, aceptamos que los que matan los sigan haciendo igual y que nuestro futuro continúe en picada, sin darnos la oportunidad de pensar diferente y osar hacer cosas diferentes para combatir el crimen: más policías, más ejército, más cárceles, más represión… ¿Qué sigue?

 

Publicado el 12 de Septiembre 2013 en www.prensalibre.com por JUAN CALLEJAS VARGAS
http://www.prensalibre.com/opinion/Osemos-actuar-diferente_0_991700855.html

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