Otra vez las alegres elecciones

Sus asesores de campaña los retratarán como celebridades.

El hecho de que no haya terminado todavía el segundo año de los períodos de funciones de los organismos Ejecutivo y Legislativo, así como de las corporaciones municipales, no es obstáculo para que los urgidos aspirantes a ocupar cargos de elección popular hayan comenzado a cargar baterías para las elecciones generales a celebrarse durante el segundo semestre de 2015 y a promoverse por medio de sutiles campañas anticipadas y de propaganda electoral presuntamente no explícita.

Nuevamente, los políticos comienzan a venderse ante la población por medio de decirle a esta lo que quiere oír, de prometer el oro y el moro, de presentarse como personas bienintencionadas y merecedoras de toda confianza, así como de prohombres, casi semidioses, capaces de llevar a cabo hazañas titánicas y heroicas, salvar a la patria de sus miserias y cumplir los sueños más caros de los ciudadanos. Otra vez los trinos y las notas de la “música de la democracia”, como decía aquel uno, se afinan para copar los medios de comunicación, promoción que, por supuesto, no será gratis, sino que bastante cara y cuyo costo será asumido por los ambiciosos “financistas”, que siempre apuestan a su correspondiente recompensa o contraprestación, ya que, definitivamente, no los mueve la filantropía, el altruismo o la felicidad de la nación.

Muchos candidatos asegurarán, a voz en cuello, que son inmaculados, sabios, dignos, honrados, todólogos, respetuosos de la ley y enemigos de la corrupción. Sus asesores de campaña los retratarán como celebridades y, al efecto, aparecerán besando niños, vestidos de lugareños, sonriendo como arlequines, dándose baños de multitudes y en medio de mascaradas inspiradoras.

Solo una desarrollada y clarividente conciencia crítica puede descubrir a los malintencionados y evidenciar a los estafadores o embaucadores que se aprovechan de la gente que confunde ilusión con realidad, que se deja seducir por la fantasía y lo fantasmagórico, y que termina decantándose por lo peor.

Erich Fromm dice que “ser fáciles de engañar es hoy más inadmisible que nunca, puesto que el predominio de la falsedad puede llevarnos a una catástrofe, porque cierra los ojos a los verdaderos peligros y a las posibilidades verdaderas”. Aceptar la realidad, dice Fromm, nos impone una nueva regla de oro ético-realista: No engañes a nadie, pero tampoco te dejes engañar. José Ingenieros afirma que debemos amar la verdad y jamás retorcerla, corromperla ni perseguirla; empero, esto no significa que permitamos ingenuamente que sorprendan nuestra buena fe, que nos burlen y roben, que defrauden nuestra confianza y que abusen de nuestra sana intención.

Publicado el 09 de Septiembre 2013 en www.elperidico.com.gt por MARIO FUENTES DESTARAC
http://www.elperiodico.com.gt/es/20130909/opinion/234183/

 

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