Negociar no es transar

Con mi público reconocimiento a la hidalguía y valor ciudadanos de la Licda.Claudia Escobar.

La selección de los futuros miembros de la Corte Suprema de Justicia y Cortes de Apelaciones evidenció que las mayorías del Congreso de la República no negocian políticamente sino, clara y evidentemente transan beneficios e intereses particulares y de grupo. El señor Presidente, como militar que es, nos ordenó que le creamos que fueron negociaciones legítimas entre las bancadas mayoritarias pero, como mal político, dejó evidente que prevalecieron sus intereses particulares y los de sus aliados y socios más cercanos.

Las negociaciones entre los distintos grupos políticos es, efectivamente, la base de toda democracia, pues siendo casi imposible la unanimidad es necesario establecer diálogos que permitan hacer funcionar al Estado.

Ningún grupo político puede poner en marcha todo su programa, pues dependiendo de su peso e importacia electoral tendrá que aceptar propuestas de la oposición para que le apoyen, debiendo a cambio tener que renunciar a las que sus opositores adversan. Las negociaciones políticas, pues, son necesarias e importantes, para que la sociedad las acepte deben hacerse con transparencia y claridad, informando de sus objetivos y alcances.

El espacio de la negociación pública es el hemiciclo. Es allí donde los políticos argumentan, proponen, rechazan y logran convencer, o no, a sus interlocutores. Si bien en momentos cruciales algunos diputados por disciplina tienen que votar en algo que no estan del todo convencidos, el debate sobre esas cuestiones tendría que hacerse en la bancada. De nuevo, con toda la transparencia del caso, sin que medien favores o beneficios particulares a cambio.

En los hechos que nos ocupan lamentablemente todo eso no se ha producido. Ni los jefes de los patriotas, ni mucho menos el jefe del partido Lider le han explicado a sus partidarios y electores, mucho menos a la sociedad en general, en base de qué y a partir de qué establecieron sus acuerdos. La opacidad y silencio de la negociación llama a la duda y al cuestionamiento. Más aún porque teatralmente en público se agreden y se acusan de todo, realizando coreografías propias del pancracio, actuando siempre ambos como rudos.

La negociación sigilosa, oscura y realizada fuera y al margen de los espacios parlamentarios no es legítima, mucho menos democrática. En esos casos resulta una simple transa, entendida en el lenguaje popular como la transacción fraudulenta, aviesa, con beneficios y beneficiarios no del todo claros.

Y la transa resulta aún más dañina porque lo que estuvo en juego fue el nombramiento de magistrados, haciendo de la justicia materia y objeto de negociación personal. La obligación de los mandatarios en las democracias es el respeto firme y decidido a la independencia del Poder Judicial. Sin ella no hay democracia que valga, y lo que la alianza Pérez-Baldetti y Baldizón se ha traido por los suelos ha sido, precisamente, esa independencia de poderes, sepultando uno de los pilares de nuestra ya débil democracia.

Al negociarse los listados no se tomó en cuenta la calidad ni el mérito de los escogidos, mucho menos su idoneidad y honradez. No se optó entre la ideología u orientación jurídico-filosófica de los candidatos. Se les puso a dedo, como maíz en cartón de lotería.

Si el proceso de postulación estuvo marcadado por el tráfico de influencias y negociación entre grupos de interés, la elección vino a corroborar no sólo que no se escogieron a los mejores sino, lo que es aún peor, todos han quedado condicionados a pagar el favor. Tanto ellos como la sociedad en su conjunto sabemos que no llegaron allí por méritos profesionales ni por su calidad jurídica, sino porque son piezas en una transacción turbia y plagada de intereses oscuros.

Señor Presidente: usted pudo haber pasado a la historia impulsando un proceso limpio y transparente en la selección de magistrados. Lamentablemente, para asegurarse impunidad (¿de qué?) prefirió lo más fácil, aunque fuera ruin y deshonesto. Pero con ello ha destruido la democracia, y eso tarde o temprano le será cobrado con creces. De su aliado y compañero en la negociata sólo queda esperar que la sociedad lo juzgue y no se engañe con su discurso, pues ni siquiera ha tenido la valentía de explicar su comportamiento.

Publicado el 06 de octubre de 2014 en www.s21.com.gt
http://www.s21.com.gt/editorial/2014/10/08/una-tregua-que-puede-salvar-vidas-madurar-dialogo

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